Página 214 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

210
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
genuinos. Estos cristianos aparecen extendiéndose siempre hacia
arriba en procura de un tesoro imperecedero.
Con cada dádiva y ofrenda el donante debe tener ante sí un
objeto adecuado, no para sostener a nadie en la ociosidad, no para
ser visto por los hombres o para forjarse un nombre distinguido,
sino para glorificar a Dios mediante el adelantamiento de su causa.
[179]
Algunos efectúan cuantiosas donaciones a la causa de Dios mientras
su hermano que es pobre puede estar sufriendo cerca de ellos, y
ellos no hacen nada por socorrerlo. Los pequeños actos de bondad
en favor de su hermano en forma secreta unirían sus corazones y
serían anotados en el cielo. Vi que en sus precios y en sus sueldos,
los ricos debieran establecer una diferencia entre los afligidos, las
viudas y los pobres dignos. Pero sucede con frecuencia que los
ricos toman ventaja de los pobres, obteniendo todo beneficio posible
y extrayendo hasta el último centavo por cada favor. Todo queda
escrito en el cielo. “Yo conozco tus obras”.
Apocalipsis 3:15
.
El mayor pecado que ahora existe en la iglesia es la codicia.
Dios siente desagrado de su pueblo profeso debido a su egoísmo.
Sus siervos han sacrificado su tiempo y sus fuerzas para llevarles la
Palabra de vida, y muchos han mostrado por sus obras que la aprecian
livianamente. Si en alguna ocasión pueden ayudar al siervo de Dios,
a veces lo hacen; pero con frecuencia se muestran indiferentes y
hacen sólo poco por él. Cuando emplean a un obrero le pagan tiempo
completo. Pero no sucede lo mismo con el siervo de Dios que trabaja
con sacrificio. Trabaja por ellos en palabra y doctrina; lleva la pesada
carga de la obra en su alma; muestra pacientemente mediante la
Palabra de Dios los peligrosos errores que dañan el alma; destaca la
necesidad de arrancar inmediatamente la cizaña que está ahogando
la buena simiente sembrada; extrae de la fuente inagotable de la
Palabra de Dios cosas nuevas y viejas para alimentar el rebaño de
Dios. Todos reconocen que han recibido beneficio, pero la maleza
venenosa, la codicia, se encuentra arraigada tan profundamente que
dejan que el siervo de Dios se retire sin haberlo ayudado a satisfacer
sus necesidades temporales. Han apreciado su trabajo agotador a
la altura mostrada por sus propios actos. El Testigo fiel dice: “Yo
conozco tus obras”.
Vi que los siervos de Dios no se encuentran fuera del alcance de
las tentaciones de Satanás. Con frecuencia son intensamente ataca-