Página 215 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La iglesia de Laodicea
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dos por el enemigo, por lo que tienen que pelear una dura batalla.
Si pudieran ser aliviados de su comisión, trabajarían gustosamente
con sus manos. Sus hermanos necesitan su trabajo; pero cuando ven
que éste es apreciado tan livianamente, se oprimen. Sí es verdad
que contemplan al final para recibir su verdadera recompensa, y
eso los anima; pero su familia debe recibir alimento y vestido. Su
tiempo pertenece a la iglesia de Dios, de modo que no lo tienen a
su disposición. Sacrifican la compañía de su familia para beneficiar
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a otros, y sin embargo algunos que reciben beneficio de su trabajo
son indiferentes a las necesidades del obrero. Vi que hacer esto era
tratar con injusticia a los obreros y engañarse a uno mismo. Las
personas que actúan en esta forma piensan que son aprobadas por
Dios, cuando en realidad él desprecia su egoísmo. No sólo estas
personas egoístas serán llamadas a rendir cuenta delante de Dios
por el uso que han hecho del dinero de su Señor, sino también por
toda la depresión y angustia que han acarreado sobre los siervos
escogidos de Dios, lo cual ha estorbado sus esfuerzos; todo esto será
inscrito en la cuenta de los mayordomos infieles.
El Testigo fiel declara: “Yo conozco tus obras”. El corazón egoís-
ta y codicioso será probado. Algunos no están dispuestos a dedicar
a Dios ni una pequeña porción de las ganancias obtenidas mediante
su tesoro terrenal. Se alejarían horrorizados si uno les hablara de su
capital. ¿Qué han sacrificado por Dios? Nada. Profesan creer que
Jesús está por venir, pero sus obras niegan su fe. Cada uno vivirá su
fe. Creyente de falso corazón, Jesús conoce tus obras. Detesta tus
ofrendas mezquinas y tus sacrificios defectuosos.
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