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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
santos. Los paganos hacen lo mismo pero no reciben recompensa
por ello. Un espíritu quebrantado y contrito delante de Dios es a su
vista de gran precio. Vi que sus ideas concernientes a estas cosas son
erróneas, y que están mirando y observando la iglesia y tomando
nota de detalles, cuando su atención debiera considerar el interés
de sus propias almas. Dios no ha puesto sobre ustedes la carga de
su grey. Ustedes piensan que la iglesia está atrasada porque no ve
las cosas como ustedes las ven, y porque no sigue el rumbo rígido
que ustedes piensan que se debe seguir. Vi que estaban engañados
concerniente a su propio deber y al deber de los demás. Algunos
han ido a extremos en lo que concierne al régimen alimentario. Han
adoptado un proceder rígido y han vivido tan sencillamente que su
salud ha sufrido, la enfermedad se ha afianzado en su organismo y
el templo de Dios ha sido debilitado.
Se me llamó la atención a nuestra experiencia pasada en Róches-
ter, Nueva York. Vi que cuando vivíamos en ese lugar no comíamos
alimento nutritivo como debiéramos haberlo hecho, y como resul-
tado, la enfermedad casi nos hizo descender a la tumba. Vi que así
como Dios da sueño a sus amados, también está dispuesto a conce-
derles alimento adecuado para mantener sus fuerzas. El motivo que
nos animaba era puro. Era ahorrar dinero para poder seguir publi-
cando nuestra revistita. Éramos pobres. Vi que en ese tiempo la falta
había sido de la iglesia. Los que tenían recursos eran codiciosos y
egoístas. Si ellos hubieran hecho su parte se habría aligerado la carga
que pesaba sobre nosotros; pero debido a que algunos no hicieron
su parte, nosotros estuvimos recargados y otros estuvieron aliviados.
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Vi que Dios no requiere que ninguno adopte un sistema de economía
tan rígido que llegue a perjudicar el templo de Dios. Hay deberes y
exigencias en la Palabra de Dios para humillar a la iglesia y hacer
que sus miembros aflijan sus almas, de modo que es innecesario
hacer cruces que creen deberes que aflijan el cuerpo a fin de causar
humildad. Todo esto se encuentra fuera de la Palabra de Dios.
El tiempo de angustia está cercano, y cuando llegue, el pueblo
de Dios tendrá que negarse a sí mismo y comer lo que apenas sea
necesario para sustentar su vida, pero Dios nos preparará para ese
tiempo. En esa hora terrible nuestra necesidad será oportunidad de
Dios de impartir su poder fortalecedor y de sustentar a su pueblo.
Pero ahora Dios requiere que ellos trabajen con sus manos en las