Página 229 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Errores en el régimen alimentario
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otros, en oposición a los obreros que Dios ha llamado al campo de
labor. Han errado por querer abarcar mucho.
Vi que ustedes habían pensado que este o aquel obrero había
sido llamado a trabajar en el campo, cuando en realidad no saben
nada de ese asunto. Ustedes no pueden leer el corazón. Si hubieran
bebido abundantemente de la verdad del mensaje del tercer ángel no
pensarían que tienen tanta libertad para decir quién ha sido llamado
por Dios y quién no lo ha sido. El hecho de que una persona pueda
orar y hablar bien no constituye una evidencia de que Dios la haya
llamado. Todos ejercen cierta influencia, y esa influencia debiera
revelar a Dios. Pero el asunto de si éste o aquél debieran dedicar su
tiempo a trabajar por las almas, es de gran importancia, de modo
que nadie, sino Dios, puede decidir quién debe dedicarse a esta
solemne tarea. En los días de los apóstoles había hombres buenos,
que podían orar con poder y hablar con precisión; sin embargo los
apóstoles, que tenían poder sobre los espíritus inmundos y podían
sanar a los enfermos, no se atrevieron, usando únicamente su propia
sabiduría, a apartar a alguien para que fuera el portador de la voz
de Dios en esa obra sagrada. Aguardaron hasta tener una evidencia
inequívoca acerca de la manifestación del Espíritu Santo. Vi que
Dios había dado a sus ministros el deber de decidir quién reunía las
condiciones necesarias para la obra sagrada; y juntamente con la
iglesia y las señales manifiestas del Espíritu Santo, debían decidir
quiénes debían ir y quiénes estaban descalificados para ir. Vi que
si la tarea de decidir quiénes estaban suficientemente calificados
para llevar a cabo esta gran obra se dejaba librada a unas pocas
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personas, como resultado se producirían confusión y distracción en
todas partes.
Dios ha mostrado repetidamente que no debiera animarse a una
persona a que salga a trabajar al campo sin tener evidencia inequívo-
ca de que ha sido llamada. El Señor no confiará la responsabilidad
de cuidar su grey a personas que no posean las calificaciones necesa-
rias. Aquellos a quienes Dios llama deben ser personas de profunda
experiencia, probados, de juicio sólido, personas que se atrevan a
reprochar el pecado con espíritu de humildad, y que entiendan cómo
alimentar a la grey. Dios conoce el corazón y también sabe a quién
elegir. El hermano y la hermana A pueden decidir en este asunto,
pero equivocarse completamente. Su juicio es imperfecto y no puede