Página 246 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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El nombre de nuestra denominación
Recibí una revelación acerca de la adopción de un nombre por el
pueblo remanente. Se me presentaron dos clases de personas. Una
abarcaba las grandes organizaciones cuyos miembros profesan ser
cristianos. Estos hollaban la ley de Dios bajo sus pies y se postraban
ante una institución papal. Observaban el primer día de la semana
como día de reposo del Señor. La otra clase, en la cual había pocas
personas, se prosternaba ante el gran Legislador. Observaba el cuarto
mandamiento. Los rasgos peculiares y prominentes de su fe eran la
observancia del séptimo día y la espera de la aparición de nuestro
Señor en el cielo.
El conflicto se desarrolla entre los requisitos de Dios y los de la
bestia. El primer día, institución papal que contradice directamente
el cuarto mandamiento, ha de ser usado todavía como una prueba
por la bestia de dos cuernos. Y entonces la solemne amonestación
de Dios declara la penalidad en que incurren los que se postran ante
la bestia y su imagen. Beberán el vino de la ira de Dios, que es
derramado sin mezcla en la copa de su indignación.
No podríamos elegir un nombre más apropiado que el que con-
cuerda con nuestra profesión, expresa nuestra fe y nos señala como
pueblo peculiar. El nombre adventista del séptimo día es una repren-
sión permanente para el mundo protestante. En él se halla la línea
de demarcación entre los que adoran a Dios y los que adoran a la
bestia y reciben su marca. El gran conflicto se desarrolla entre los
mandamientos de Dios y los requisitos de la bestia. Debido a que
los santos guardan todos los Diez Mandamientos, el dragón hace
guerra contra ellos. Si quisieran arriar el estandarte y renunciar a las
peculiaridades de su fe, el dragón se aplacaría; pero ellos excitan
su ira, porque se atreven a levantar el estandarte y a desplegar su
bandera en oposición al mundo protestante que adora la institución
del papado.
El nombre adventista del séptimo día presenta los verdaderos
rasgos de nuestra fe, y convencerá la mente inquisidora. Como una
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