El norte y el sur
El 4 de enero de 1862 se me mostraron algunas cosas acerca de
nuestra nación. Se me llamó la atención a la rebelión del Sur. El Sur
se había preparado para sostener un terrible conflicto, mientras el
Norte se encontraba dormido con respecto a sus verdaderas inten-
ciones. Antes de que comenzara la administración del presidente
Lincoln, el Sur aprovechó grandes ventajas. La administración ante-
rior planeó y dispuso las cosas para que el Sur despojara al Norte
de sus materiales de guerra. Tenían dos objetivos al hacerlo: (1)
planeaban una rebelión definida y debían prepararse para ella; (2)
en el momento de efectuarse la rebelión, el Norte debía encontrarse
completamente sin preparación. En esta forma ganaría tiempo, y
mediante sus violentas amenazas y sus actos despiadados pensaron
que podían intimidar al Norte para que se sintieran obligados a ceder
y a conceder todo lo que ellos querían.
El Norte no entendió el odio terrible y enconado que el Sur sentía
hacia él y no se encontraba preparado para sus maquinaciones bien
planeadas. El Norte se había jactado de su fortaleza y ridiculizaba la
idea de que el Sur pudiera separarse de la Unión. Consideraba eso
como amenazas de un niño voluntarioso y terco, y supuso que el Sur
pronto volvería a pensar con cordura, y arrepentido de querer salirse
de la Unión, pediría disculpas y volvería a manifestar fidelidad. El
Norte no tenía una idea clara del poder del detestable sistema de
esclavitud. Es esto, únicamente esto, lo que constituye el fundamento
de la guerra. El Sur se ha puesto cada vez más exigente. Considera
perfectamente justo dedicarse al tráfico humano, negociar con los
esclavos y las almas de los hombres. Se encuentran disgustados y
se exasperan completamente cuando no pueden obtener para sí todo
el territorio que desean. Destruyen los límites y llevan sus esclavos
a cualquier lugar que desean, y maldicen el suelo con el trabajo
forzado. El lenguaje del Sur ha sido imperioso y el Norte no ha
adoptado las medidas necesarias para silenciarlo.
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