Página 310 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
peculiar. ¿Lo provocaremos como lo hizo el Israel antiguo? ¿Aca-
rrearemos sobre nosotros su ira apartándonos de él y mezclándonos
con el mundo, y siguiendo las abominaciones de las naciones que
nos rodean?
El Señor ha apartado para sí a los que son piadosos; esta consa-
gración a Dios y separación del mundo se ordena definitivamente
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Existe una mura-
lla de separación que el Señor mismo ha establecido entre las cosas
del mundo y las cosas que ha apartado del mundo para sí mismo.
La vocación y el carácter del pueblo de Dios son peculiares, sus
perspectivas son peculiares, y estas peculiaridades los distinguen de
todos los demás pueblos. Todo el pueblo de Dios que se encuentra
en el mundo constituye un solo cuerpo, desde el comienzo hasta
el final del tiempo. Tienen una sola Cabeza que dirige y gobierna
el cuerpo. Las mismas órdenes que se le dieron a Israel antiguo se
dan también al pueblo de Dios de la actualidad, que se aparten del
mundo. La gran Cabeza de la iglesia no ha cambiado. La experiencia
de los cristianos de estos días es semejante a los viajes del Israel
antiguo. Leed (
1 Corintios 10
), especialmente los
versículos 6-15
:
“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para
que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idó-
latras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a
comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos
de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos
al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por
las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron,
y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como
ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes
han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar
firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación
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que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados
más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con
la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados
míos, huid de la idolatría. Como a sensatos os hablo; juzgad voso-
tros lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la
comunión del cuerpo de Cristo?”