Página 320 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
forma de un ángel de luz. Satanás se acercó a Cristo en el desierto
asumiendo la forma de un apuesto hombre joven—más parecido a
un monarca que a un ángel caído—, con palabras de las Escrituras
en su boca. Dijo: “Escrito está”. Nuestro Salvador sufriente también
le hizo frente con las Escrituras, diciendo: “Escrito está”. Satanás
quiso sacar ventaja de la condición debilitada y doliente de Cristo,
quien había asumido nuestra naturaleza humana.
Léase (
Mateo 4:8-11
): “Otra vez le llevó el diablo a un monte
muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús
le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás,
y a él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron
ángeles y le servían”.
Aquí Satanás le mostró el mundo a Cristo bajo la luz más atra-
yente y le hizo ver que no necesitaba someterse a tanto sufrimiento
para obtener los reinos del mundo; Satanás le entregaría todo eso
si Cristo tan sólo lo adoraba. El descontento de Satanás comenzó
primero en el cielo porque no pudo ocupar el primer lugar de mando:
igual con Dios, y exaltado por encima de Cristo. Se rebeló y perdió
su privilegio y como resultado, fue arrojado del cielo con los ángeles
que simpatizaban con él. En el desierto esperó sacar ventaja de la
condición débil y doliente de Cristo, y obtener de él el homenaje que
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no había podido lograr en el cielo. Pero Jesús, aun en su extremo
estado de agotamiento, ni por un momento cedió a la tentación de
Satanás, sino que le demostró su superioridad y ejerció su autori-
dad ordenándole: “Vete, Satanás”. Satanás quedó desconcertado. A
continuación se puso a estudiar la forma como podía cumplir su pro-
pósito y recibir honor de la humanidad, el que le había sido rehusado
en el cielo y en la tierra por Jesús. Si hubiera podido tener éxito en
tentar a Cristo, entonces el plan de salvación habría fracasado, y él
habría logrado acarrear sobre la humanidad miseria sin esperanza.
Pero lo que Satanás no pudo lograr al aproximarse a Cristo con sus
tentaciones lo ha realizado con los seres humanos.
Si Satanás puede anublar y engañar la mente humana a tal punto
que los mortales lleguen a pensar que existe en ellos un poder in-
herente para llevar a cabo grandes y buenas obras, éstos dejan de
confiar en Dios para que él haga lo que ellos piensan que tienen
el poder de llevar a cabo por sí mismos. No reconocen un poder