La religión en la familia
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a Cristo de sus familias por abrigar un espíritu impaciente e irascible.
Los tales deben vencer en este sentido.
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Me fue presentado el actual debilitamiento de la familia humana.
Cada generación se ha estado debilitando más y la enfermedad, bajo
todas sus formas, aflige a la humanidad. Miles de pobres mortales,
con cuerpos enfermizos, deformados, con nervios destrozados y
mentes sombrías, arrastran una mísera existencia. El poder de Sata-
nás sobre la familia humana aumenta. Si el Señor no viniese pronto
a quebrantar su poder, la tierra quedaría despoblada antes de mucho.
Se me reveló que el poder de Satanás se ejerce especialmente
sobre los hijos de Dios. Muchos me fueron presentados en condición
de duda y desesperación. Las enfermedades del cuerpo afectan la
mente. Un enemigo astuto y poderoso acompaña nuestros pasos, y
dedica su fuerza y habilidad a tratar de apartarnos del camino recto.
Y demasiado a menudo sucede que los hijos de Dios no están en
guardia y por lo tanto ignoran sus designios. Satanás obra por los
medios que mejor le permiten ocultarse, y a menudo alcanza su
objeto.
Ciertos hermanos han invertido recursos en derechos de patentes
y otras empresas, y han inducido a interesarse por estas cosas a otros
que no pueden soportar la incertidumbre y la preocupación de tales
negocios. Sus mentes ansiosas y recargadas afectan gravemente
sus cuerpos ya enfermizos y ceden al abatimiento, el cual crece
hasta llegar a la desesperación. Pierden toda confianza en sí mismos,
piensan que Dios los ha abandonado y no se atreven a creer que
será misericordioso con ellos. Estas pobres almas no serán dejadas
bajo el dominio de Satanás. Se abrirán paso a través de la lobreguez,
volverá a aferrar su fe temblorosa las promesas de Dios; él las librará,
trocará su pesar y tristeza en paz y alegría. Pero se me mostró que
los tales deben aprender, por las cosas que sufren, a dejar de lado
estos derechos de patentes y diversas empresas. No deben permitir
siquiera que sus hermanos los halaguen para enredarlos en tales
empresas; porque sus deseos no se materializarán, y luego serán
arrojados sobre el campo de batalla del enemigo desarmados para el
conflicto.
Los recursos que debieran haberse puesto en la tesorería de
Dios para hacer progresar su causa, se pierden al ser invertidos en
algunos de estos perfeccionamientos modernos. Si algunos de los