Página 406 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
con ellas, porque su influencia pone en peligro a los que no tienen
experiencia.
Los ministros de la verdad presente debieran manifestar pacien-
cia, mientras presentan testimonios específicos, reprochan males
individuales y procuran desbaratar los ídolos y quitarlos del campa-
mento de Israel. Debieran predicar la verdad en toda su solemnidad e
importancia, y si esto se abre camino hasta el corazón, hará en favor
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del que recibe el testimonio una obra que ninguna otra cosa puede
realizar. Pero si la verdad expresada en la manifestación del Espíritu
no desbarata los ídolos, no servirá de nada censurar y sancionar a la
persona. Podría parecer que algunos están unidos a sus ídolos, pero
vi que debiéramos resistirnos a abandonar a esas pobres personas
engañadas. Debiéramos recordar siempre que todos somos mortales
que cometemos errores, y que Cristo actúa con mucha misericordia
hacia nuestras debilidades, y nos ama aunque erremos. Si Dios nos
tratara en la misma forma como tratamos a otros, seríamos consu-
midos. Mientras los ministros predican la verdad clara y penetrante,
deben dejar que la verdad corte y desbaste y no hacerlo ellos. Debie-
ran colocar el hacha, las verdades de Dios, a la raíz del árbol, porque
así se conseguirá algo.
Entregad el testimonio tan recto como se encuentra en la pa-
labra de Dios, con un corazón rebosante de la cálida y vivificante
influencia de su Espíritu, con ternura y anhelo por las almas, y la
obra entre el pueblo de Dios se llevará a cabo. La razón por la cual
se manifiesta tan poco del Espíritu de Dios es que los ministros
aprenden a pasarse sin él. Les falta la gracia de Dios, carecen de
misericordia y paciencia, adolecen de espíritu de consagración y
sacrificio; y ésta es la única razón por la cual algunos dudan de la
evidencia de la palabra de Dios. El problema no se encuentra de
ningún modo en la palabra de Dios, sino en ellos mismos. Les falta
la gracia de Dios, devoción, piedad personal y santidad. Eso los hace
ser inestables, y con frecuencia los arroja en el campo de batalla de
Satanás. Vi que por muy eficazmente que los hombres hayan defen-
dido la verdad, por muy piadosos que causen la impresión de ser,
cuando comienzan a hablar de incredulidad en relación con algunos
pasajes bíblicos, alegando que los hacen dudar de la inspiración de
la Biblia, debiéramos temerles, porque Dios está muy lejos de ellos.