408
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Los ángeles de Dios vigilan a los niños con el más profundo
interés para ver qué carácter adquieren. Si Cristo tratase con no-
sotros como a menudo tratamos a los demás y a nuestros hijos,
tropezaríamos y caeríamos de puro desaliento. Vi que Jesús conoce
nuestras flaquezas, y ha experimentado lo mismo que nosotros en
todo, menos en el pecado. Por lo tanto, nos ha preparado una senda
adecuada a nuestra fuerza y capacidad, y como Jacob, ha andado
suavemente y con serenidad con los niños según lo que ellos pudie-
ran soportar, a fin de sostenernos por el consuelo de su compañía y
servirnos de guía perpetuamente. El no desprecia, descuida ni deja
atrás a los niños del rebaño. El no nos ha ordenado que avancemos
y los dejemos. El no ha viajado tan apresuradamente como para
dejarnos rezagados juntamente con nuestros hijos. ¡Oh, no; sino que
ha emparejado la senda de la vida, aun para los niños! Y requiere
que los padres, en su nombre, los conduzcan por el camino estrecho.
[346]
Dios nos ha señalado una senda adecuada a la fuerza y capacidad de
los niños.
* * * * *