Página 457 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Comunicaciones para el pastor Hull
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usted quiere ser un eficiente ministro de Cristo. Las presentaciones
que hace desde el púlpito adolecen de sobriedad y seriedad, lo cual
contrarresta su labor.
Desde cuando se me presentó su caso por primera vez he vis-
to en usted una carencia. Carece de una mente elevada. Presenta
desde el púlpito las verdades más santas, sagradas y elevadoras en
forma adecuada; pero cuando expone los temas más solemnes suele
introducir algún comentario jocoso para hacer reír, lo cual frecuente-
mente destruye la fuerza de su sermón. Usted maneja con facilidad
las verdades solemnes, pero no las vive, y ésta es la razón por la que
no tiene el respaldo celestial. Numerosas personas cuyos oídos usted
ha complacido hablarán de su ingenioso discurso y de usted como
hábil predicador, pero no están más impresionados con la necesidad
de obedecer la verdad que lo que estaban antes de haberlo escuchado.
Continúan transgrediendo la ley de Dios lo mismo que antes. Fue el
ministro quien les causó agrado, pero no las verdades que presentó.
Usted permanece tan lejos de Dios que su poder no planta la verdad
en la conciencia. Usted debe vivir la religión en su hogar, porque
eso contribuirá a elevar a su familia y a su esposa. Cuando está en
su hogar, usted abandona toda restricción y actúa como un niño; el
peso de la verdad y la obra no descansa sobre usted, y no elige sus
palabras ni el ejemplo que da.
Su única seguridad está en estudiarse a sí mismo, sus debilidades
y faltas. No deje de cuidarse. Vigílese más estrechamente cuando
está en su hogar; allí usted descuida sus deberes, se despoja de su
armadura y cede a un espíritu de negligencia que aleja a los ángeles
de usted y de su familia.
No descuide la tarea de escudriñar su propio corazón en su hogar.
No derrame profusamente todos sus afectos sobre su familia. Guarde
los mejores afectos de su corazón para dedicarlos a Jesús, quien lo
ha redimido mediante su sangre. Cuando está en su hogar, dedíquese
a prepararse constantemente para llevar a cabo los negocios de su
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Maestro cuando se encuentre lejos del hogar. Si obra así, en todo
momento estará protegido por la armadura. El mayor deseo de su
alma será glorificar a Dios y realizar su voluntad, y así tendrá una
dulce confianza y seguridad en él. No se sentirá tan inquieto, sino que
tendrá constantemente un tema de meditación, devoción y santidad.
Se me llamó la atención a (
1 Corintios 9:27
): “Sino que golpeo mi