Página 456 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
La razón por la cual nuestros predicadores realizan tan poco
es porque no andan con Dios. El se encuentra a un día de camino
de la mayor parte de ellos. Cuanto más concienzudamente vigile
su corazón, tanto más vigilante y cuidadoso será, no sea que por
sus palabras o acciones deshonre la verdad, dé ocasión a que las
expresiones de calumnia lo sigan a usted y a la verdad y hagan que las
almas se pierdan por su descuido de autoexaminarse, de escudriñar
su corazón y aprender la santidad vital. El comportamiento piadoso
de un ministro de Cristo debiera constituir un reproche contra los
profesantes vanos y frívolos. Los rayos de verdad y santidad que
emergen de su conversación seria y celestial convencerán a otros
y los conducirán a la verdad, y los que se relacionan con usted se
verán compelidos a decir: Dios está con este hombre. El descuido
y laxitud de ministros de Cristo no convertidos es lo que les da tan
poca influencia. Hay muchos profesantes, pero pocos hombres de
oración. Si nuestros predicadores fueran hombres que oraran más en
secreto, que pusieran en práctica su predicación en sus familias, que
gobernaran sus hogares con dignidad y seriedad, su luz ciertamente
brillaría para iluminar a las personas con quienes se relacionan.
Pastor Hull, se me mostró que si usted se dedicara a Dios, si se
mantuviera en comunión con él, si meditara mucho, si se cuidara
para no cometer faltas, si se afligiera y lamentara delante de Dios
con la más profunda humildad confiando en su poder, se encontraría
dedicado al negocio más provechoso que haya emprendido alguna
vez, porque estaría bebiendo en una fuente divina, y entonces podría
dar de beber a otros de esa misma fuente que lo ha revivido y
fortalecido.
Querido hermano, a menos que se produzca un cambio en su
carácter cristiano, usted no alcanzará la vida eterna, porque nuestro
activo enemigo armará sus trampas en su camino; y si usted no está
cerca de Dios, caerá en la red. Usted se siente inquieto e intranquilo
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y el estudio es su actividad preferida; pero a veces falla en la presen-
tación del tema. En lugar de escudriñar su propio corazón se dedica
a la lectura de libros. Cuando debiera estar acercándose por fe a
Cristo, se dedica a estudiar los libros. Vi que todo su estudio será
inútil a menos que se estudie fielmente a sí mismo. No se conoce
a sí mismo ni su mente medita suficientemente en Dios. Confía
demasiado en sí mismo y no comprende que el yo debe morir si