Página 460 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Ministros sin consagración
Los ministros que predican el mensaje del tercer ángel debie-
ran trabajar porque están convencidos de que Dios ha colocado
sobre ellos el peso de la obra. Nuestros ministros no tienen por qué
pasar necesidad si practican la economía. Si no lo hacen, pasarán
necesidad en cualquier posición a la que se los asigne. Aunque se
les proporcione la oportunidad más deseable, gastarán todo lo que
reciben. Este ha sido el caso del pastor Hull. Tales personas necesi-
tan poseer un fondo monetario inagotable para sus gastos a fin de
mantenerse satisfechas.
Los que no manejan con sabiduría sus asuntos temporales suelen
fallar en las cosas espirituales. No edifican la iglesia. Puede ser que
posean talentos naturales y que se los considere oradores inteligentes,
pero les falta calidad moral. Es posible que atraigan una numerosa
concurrencia y que generen abundante entusiasmo, pero cuando
llega el momento de reunir los frutos, éstos son muy escasos o nulos.
Estos ministros suelen ubicarse en un nivel por encima de la obra y
pierden su amor por la sencillez del Evangelio. No son santificados
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por las verdades que predican. Esto es lo que ha sucedido en el
caso del pastor Hull, quien ha carecido de esa gracia que afirma el
alma y eleva y ennoblece el carácter de la persona. Es bueno que
la gracia inunde y afirme el corazón, porque es el fundamento de
nuestra firmeza.
En los lugares donde el pastor Hull ha presentado series de
conferencias, la gente ha quedado complacida con su ingenio y su
estilo peculiar de predicación, y sin embargo sólo pocas personas
han aceptado la verdad como resultado de su trabajo; y aun una
proporción considerable de ellas pronto abandonan la fe. Muchos
han quedado frustrados debido a la escasez de frutos que acompaña
a su trabajo. Se me mostró cuál es la razón. Carecía de humildad,
sencillez, pureza y santidad en su vida. El pensaba que su trabajo
ingenioso era inapreciable y que la causa difícilmente podría existir
si se lo separara de ella; pero si hubiera podido comprender la ansie-
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