Página 461 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Ministros sin consagración
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dad que por su culpa experimentaban los verdaderos obreros de la
causa, que han procurado ayudarle, no habría tenido un concepto tan
elevado de sus propios trabajos. Su comportamiento ha significado
una carga continua para la obra, la cual habría prosperado mejor sin
su intervención. La ansiedad que sus hermanos sienten por evitar
su fracaso los ha llevado a realizar demasiado por él en lo que se
refiere a los recursos económicos. Su talento como predicador les ha
agradado, y algunos han sido tan indiscretos que lo han ensalzado y
han demostrado marcada preferencia por él dejando de lado a otros
predicadores cuya influencia promovería el progreso de la obra en
cualquier lugar. Eso lo ha perjudicado. Carece de humildad o de
suficiente gracia de Dios para resistir la alabanza de sus hermanos.
Que Dios ayude a estos obreros a enmendar su error y a no volver a
ser culpables de perjudicar a un joven ministro con su adulación.
Todos los que anhelan alejarse del pueblo remanente de Dios pa-
ra seguir sus propias inclinaciones corrompidas, se arrojarán volun-
tariamente en los brazos de Satanás, y debieran tener ese privilegio.
Hay entre nosotros también otros que corren peligro. Poseen una
opinión exaltada de sus habilidades personales, mientras su influen-
cia en muchos aspectos ha sido sólo poco mejor que la del pastor
Hull. A menos que se reformen totalmente, la causa estará mejor sin
ellos. Ministros sin santificación perjudican la causa y son una pesa-
da carga para sus hermanos. Necesitan que alguien vaya tras ellos
para corregir sus errores y enderezar y fortalecer a los que han sido
debilitados y arruinados por su influencia. Sienten celos de los que
han servido en la obra, de los que están dispuestos a sacrificar hasta
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sus vidas si ello fuera necesario para hacer progresar la causa de la
verdad. Juzgan a sus hermanos aduciendo que no tienen motivos
más elevados que los que ellos han tenido. Favorecer demasiado a
ministros que están sujetos a las tentaciones de Satanás los perjudica
y es un desperdicio de recursos. Les proporciona influencia y así los
coloca en un lugar donde pueden perjudicar profundamente a sus
hermanos y a la causa de Dios.
Se me ha mostrado que las dudas expresadas con respecto a
la veracidad de nuestra posición y la inspiración de la palabra de
Dios no han sido provocadas, como muchos piensan que lo son.
Estas dificultades no yacen tanto en la Biblia o en la evidencia de
nuestra fe, como en los propios corazones de los que dudan. Los