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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
requerimientos de la palabra de Dios son demasiado sofocantes para
su naturaleza no santificada. “Por cuanto los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios,
ni tampoco pueden”.
Romanos 8:7
. Si las propensiones del corazón
natural no se restringen y someten por la influencia santificadora de
la gracia de Dios recibida por el conducto de la fe, los pensamientos
del corazón no son puros ni santos. Las condiciones de la salvación
presentadas por la palabra de Dios son razonables, claras y positivas
y significan nada menos que perfecta conformidad con la voluntad
de Dios y pureza de corazón y de vida. Tenemos que crucificar
el yo con sus concupiscencias. Tenemos que limpiarnos de toda
contaminación de la carne y el espíritu, y perfeccionar la santidad
en el temor de Dios.
En casi todos los casos en que alguien pone en duda la inspira-
ción de la palabra de Dios, lo hace a causa de su vida que no está san-
tificada, y que esa palabra condena. No quieren recibir sus reproches
y amenazas porque éstos ponen de manifiesto su comportamien-
to errado. No aman a los que intentan convertirlos y restringirlos.
Las perplejidades y las dudas que confunden el corazón depravado
desaparecerán para el que práctica los puros principios de la verdad.
Numerosas personas poseen talentos que les permitirían realizar
mucho bien si fueran santificados y usados en la causa de Cristo, o
bien mucho daño si se los utiliza al servicio de la incredulidad y de
Satanás. La gratificación del yo y de sus diversas concupiscencias
pervertirá los talentos y los convertirá en maldición en lugar de ben-
dición. Satanás, el archiengañador, posee talentos maravillosos. Fue
una vez un ángel eminente que seguía a Cristo en importancia. Cayó
de su posición debido a su autoexaltación, ocasionó una rebelión
en el cielo e hizo que muchos cayeran con él. Después empleó sus
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talentos y habilidades contra el gobierno de Dios, para hacer que
todos a quienes pudiera controlar despreciaran la autoridad del Cie-
lo. Los que han sido embelesados por la majestad satánica pueden
elegir imitar a su general caído y compartir con él su destino final.
La pureza de vida imparte refinamiento, el que inducirá a quienes
lo posean a alejarse cada vez más de la vulgaridad y el pecado. Tales
personas no permitirán que se las aleje de la verdad ni dudarán de
la inspiración de la palabra de Dios. Al contrario, se dedicarán a
estudiar diariamente la palabra sagrada con interés creciente, y las