Página 504 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Muchos se compadecen de los esclavos del sur del país porque
están obligados a trabajar, mientras la esclavitud existe en sus pro-
pias familias. Permiten que las madres y los hijos trabajen desde la
mañana hasta la noche; no disfrutan de ningún momento de recrea-
ción. Les espera una interminable sucesión de trabajos que les son
impuestos. Profesan ser seguidores de Cristo, ¿pero dónde está el
tiempo que necesitan para meditar y orar, y obtener alimento para
el intelecto, a fin de que la mente, con la que servimos a Dios, no
quede enana en su desarrollo? Dios llama a cada uno a que utilice
sus talentos que él le ha entregado para su gloria, y que los use para
ganar a otros. Dios ha colocado sobre nosotros la obligación de
ayudar a otros. Nuestra obra en beneficio de otros no habrá quedado
terminada hasta que Cristo diga en el cielo: “Hecho está”. “El que
es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo
todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es
santo, santifíquese todavía”
Apocalipsis 22:11
.
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Muchas personas al parecer no tienen verdadero sentido de su
responsabilidad ante Dios. Se requiere de ellos que se esfuercen por
entrar por la puerta angosta, porque muchos tratarán de hacerlo y no
podrán. El cielo requiere que también procuren inducir a otros a es-
forzarse por entrar por la puerta estrecha. Hay una obra que debe ser
realizada por los jóvenes y los ancianos, y es trabajar fervientemente
para salvar no sólo sus propias almas, sino también a otras personas.
No hay nadie que dentro de su normalidad mental no ejerza alguna
influencia. Al ser indiferentes emplean esa influencia para estorbar
a la gente en su esfuerzo por entrar por la puerta estrecha; o bien
mediante sus esfuerzos decididos, perseverantes e incansables los
instan a esforzarse con diligencia a entrar por ella. Nadie ocupa una
posición neutral, en la que no hace nada para animar a otros y no
hace nada para estorbarlos. Cristo dijo: El que no recoge conmigo,
esparce. Prestad atención, ancianos y jóvenes: estáis haciendo la
obra de Cristo, para salvar almas, o bien la obra de Satanás, que
consiste en conducirlas a la perdición.
Los jóvenes pueden ejercer una poderosa influencia si se des-
pojan de su orgullo y su egoísmo, y si se dedican a Dios; pero en
general no están dispuestos a llevar cargas por otros, sino que ellos
mismos tienen que ser llevados. Ha llegado el tiempo cuando Dios
requiere que se produzca un cambio en esta actitud. Llama a jóvenes