Página 509 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La reforma pro salud
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acerca de sí mismos. Están enfermos y no saben que sus propios
hábitos perjudiciales les están provocando incalculable sufrimiento.
Hasta ahora hay pocas personas que se preocupan lo necesario
para comprender la relación tan definida que existe entre sus hábitos
de alimentación y su salud, su carácter, su utilidad en este mundo y
su destino eterno. Vi que quienes han recibido la luz del cielo y han
comprendido el beneficio que se obtiene al andar en ella, tienen el
deber de manifestar un interés mayor en esta gran obra de reforma.
Es necesario instruir a hombres y mujeres, por lo que los ministros y
los miembros debieran sentir que tienen la responsabilidad de hablar
del tema e instar a otros a que se interesen en él.
Se me hizo ver que debemos proveer un hogar para los afligidos
y para quienes desean aprender a cuidar sus cuerpos a fin de prevenir
las enfermedades. No debiéramos permanecer indiferentes y obligar
a los enfermos y a los que desean practicar en sus vidas la verdad, a
ir a buscar salud a las instituciones populares que curan mediante
tratamientos de hidroterapia, pero no simpatizan con nuestra fe. Si
recuperan la salud puede ser a expensas de su fe religiosa. Los que
han sufrido mucho a causa de enfermedades tienen debilidad mental
y moral. Cuando comprenden los beneficios derivados de la correcta
aplicación del agua, del empleo adecuado del aire y de una dieta
apropiada, son inducidos a creer que es imposible que los médicos
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que supieron cómo tratarlos con tanto éxito estén tan equivocados
en su fe religiosa; que mientras están dedicados a la importante y
buena obra de beneficiar a la humanidad sufriente, deben estar en lo
cierto o muy cerca de eso. Y así nuestro pueblo corre peligro de ser
entrampado mediante sus esfuerzos por recuperar la salud en esos
establecimientos.
Nuevamente se me mostró que los que se encuentran muy for-
talecidos por sus principios religiosos y obedecen firmemente los
requerimientos de Dios, no pueden recibir ese beneficio de las insti-
tuciones populares de salud actuales como podrían recibirlo otras
personas que tienen una fe diferente. Los observadores del sábado
son únicos en la práctica de su fe. Guardar todos los mandamientos
de Dios como él lo requiere a fin de ser poseídos y aprobados por
él, resulta sumamente difícil en una institución popular de curación
mediante la hidroterapia. Deben llevar constantemente consigo el