Página 508 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
encontrarse más adelantados que cualquier otra clase de gente en el
mundo, puesto que su profesión es más exaltada que la de otros.
Algunos se han burlado de esta obra de reforma y han afirmado
que es innecesaria, que es un recurso para apartar las mentes de la
verdad presente. Han dicho que este asunto se está llevando a un
extremo. Esas personas no saben de qué están hablando. Mientras
hombres y mujeres que profesan santidad están enfermos desde
la cabeza hasta la planta de los pies, mientras sus energías físicas,
mentales y morales son debilitadas por la complacencia del apetito
depravado y el exceso de trabajo, ¿cómo podrían juzgar la evidencia
de la verdad y comprender los requerimientos de Dios? Si sus facul-
tades morales e intelectuales se encuentran empañadas, no pueden
apreciar el valor de la expiación o del exaltado carácter de la obra
de Dios, ni deleitarse en el estudio de su palabra. ¿Cómo podría un
dispéptico nervioso estar siempre en condición de dar una respuesta
con humildad y fervor a quienes le pidan una razón de su esperanza?
¿Cuánto demorará ese dispéptico en confundirse y ponerse nervioso,
y llevado por su imaginación enferma ser inducido a considerar el
asunto en discusión en forma totalmente equivocada, y por la falta
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de esa humildad y calma que caracterizaban la vida de Cristo, ser
inducido a deshonrar su profesión de fe mientras disputa con un
antagonista irrazonable? Considerando las cosas desde un elevado
punto de vista religioso, tenemos que ser reformadores cabales si
queremos ser como Cristo.
Vi que nuestro Padre celestial ha derramado sobre nosotros gran
bendición de luz sobre la reforma pro salud, para que podamos satis-
facer los derechos que tiene sobre nosotros y glorificarle en nuestros
cuerpos y espíritus, que le pertenecen, y finalmente comparecer sin
defecto ante el trono de Dios. Nuestra fe requiere que elevemos
el estandarte y que avancemos. Muchos ponen en duda el rumbo
seguido por otros reformadores pro salud, pero como personas razo-
nables debieran hacer algo ellos mismos. Nuestra raza se encuentra
en condición deplorable y sufre de toda clase de dolencias. Muchas
personas han heredado enfermedades y experimentan grandes su-
frimientos debido a los malos hábitos de sus padres, y sin embargo
tanto ellos como sus hijos continúan con las mismas prácticas equi-
vocadas que sus padres les enseñaron. Ignoran lo que deben saber