Página 511 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La reforma pro salud
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esa dignidad que su posición le permitiría mantener. Está dispuesto
a aconsejar a otros y se deja persuadir fácilmente a prestar servicio;
pero su gran peligro es la buena disposición a aceptar cargas que
no debería llevar. El ve y sabe lo que se debe hacer, y corre peligro
de realizar demasiado. Es extremadamente sensible y está lleno de
simpatía, de modo que siente profundamente la aflicción de sus
pacientes; y si se le permite, llevará una carga de responsabilidades
demasiado grande, corriendo el riesgo de ser aplastado bajo su peso.
Hombres y mujeres de influencia debieran ayudar al Hno. B con
sus oraciones, su simpatía, su cooperación espontánea, sus palabras
de ánimo y esperanza, sus consejos y exhortaciones, todo lo cual
será apreciado por él. Su posición no es nada envidiable. Si acepta
responsabilidades tan grandes no es por elección ni para ganar dine-
ro, porque puede hacerlo con más alivio y evitar las preocupaciones,
ansiedades e incertidumbre que esa posición acarrearía sobre él;
y cuando se convence de cuál es la senda del deber, la seguirá y
permanecerá en su puesto, independientemente de cuáles sean las
consecuencias. Debiera contar con la simpatía y cooperación de
quienes tienen influencia, de quienes Dios desearía que se colocaran
a su lado para sustentarlo en su laboriosa obra.
El Dr. B podría, desde el punto de vista de este mundo, tener
mejores beneficios económicos que en la posición en que ahora
se desernpeña. Se me mostró que esta posición sería muy difícil.
Muchas personas sin experiencia no tendrán noción de la magnitud
de la empresa y desearán que las cosas se hagan de acuerdo con
sus ideas personales. Algunos preguntarán por qué no pueden venir
los pobres para recibir tratamiento gratuito, y se sentirán tentados
a pensar que después de todo se trata de una empresa montada con
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fines de lucro. Diferentes personas desearán tener algo que decir, y
no estarán dispuestas a dejar que las cosas sigan su curso sin tener
ellas la oportunidad de decir algo para señalar los errores; porque
se me mostró que algunos considerarán que es una virtud sentir
celos y presentar oposición. Se enorgullecen de no aceptar todas
las cosas tales como son presentadas. Lo mismo que Tomás, se
vanaglorían de su incredulidad. ¿Pero encomió Jesús a Tomás por su
actitud de duda? Aunque le concedió la evidencia que deseaba tener
antes de creer, Jesús le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron”
Juan 20:29
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