Página 512 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Se me mostró que no faltan los recursos entre los adventistas
observadores del sábado. En este momento, el peor peligro que
corren yace en la acumulación de propiedades. Algunos aumentan
continuamente sus preocupaciones y trabajos; están sobrecargados.
Como resultado, Dios y las necesidades de su causa quedan casi
totalmente olvidados; están muertos espiritualmente. Se requiere que
hagan un sacrificio a Dios en forma de ofrenda. Pero un sacrificio
no acrecienta sino que consume y disminuye. Se me mostró que
aquí había una empresa digna de ser llevada a cabo por el pueblo de
Dios, en la que pueden invertir recursos para la gloria del Señor y el
progreso de su obra. Una parte bastante considerable de los recursos
que posee nuestro pueblo sólo está produciendo perjuicios a quienes
se aferran a ellos.
Nuestro pueblo debiera tener una institución propia, controlada
por ellos mismos, para beneficio de los enfermos y los sufrientes
que deseen gozar de salud y vigor a fin de glorificar a Dios en sus
cuerpos y espíritus, los cuales le pertenecen. Una institución de esa
naturaleza, debidamente dirigida, sería el medio adecuado para pre-
sentar nuestros puntos de vista a muchos a quienes sería imposible
alcanzar por medio del procedimiento usual de predicación de la
verdad. Cuando los incrédulos acudan a nuestra institución dedicada
al tratamiento eficaz de las enfermedades, bajo el cuidado de médi-
cos observadores del sábado, serán colocados directamente bajo la
influencia de la verdad. Al relacionarse con nuestro pueblo y nuestra
fe verdadera, desaparecerá su prejuicio y recibirán impresiones favo-
rables. Al ser puestos así bajo la influencia de la verdad, algunos no
sólo obtendrán alivio de enfermedades corporales, sino que hallarán
un bálsamo sanador para sus almas enfermas por el pecado.
A medida que mejore la salud de gente enferma mediante la
aplicación de tratamientos adecuados, y comiencen a disfrutar de
la vida, aumentará su confianza en quienes han contribuido a la
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restauración de su salud. Sus corazones rebosarán de gratitud y la
buena semilla de la verdad encontrará con más facilidad un terreno
abonado, y en algunos casos será alimentada, brotará y dará fruto
para gloria de Dios. Una de estas preciosas almas que sea salvada
valdrá más que todos los recursos necesarios para establecer esa
clase de institución. Algunos no tendrán suficiente valor moral para
obedecer sus convicciones. Pueden estar convencidos de que los