Página 537 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La recreación entre los cristianos
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asambleas. Necesitan despojarse de preocupaciones, compartir la
hospitalidad de sus hermanos, gozar su sociabilidad y las bendiciones
de las reuniones. De esa manera obtendrán nuevos pensamientos,
sus agotadas energías serán despertadas a nueva vida, y regresarán
al trabajo mucho más calificados para hacer lo que les corresponde,
pues entenderán mejor las necesidades de la causa.
Hermanos en el extranjero, ¿estáis dormidos en cuanto a este
asunto? ¿Deben desfallecer vuestros corazones por la caída de otros
obreros de Dios, a quienes amáis? Estos hombres son propiedad de
la iglesia. ¿Soportaréis que mueran bajo el peso? Os ruego que acon-
sejéis un orden diferente de asuntos. Suplico a Dios que la amarga
experiencia que ha venido sobre nosotros, jamás se permita que sea
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también la experiencia de ninguno de los hermanos que trabajan
en la oficina. Encomiendo a vuestro cuidado en forma especial al
hermano C. ¿Morirá él por falta de aire, el aire vitalizador del cielo?
El curso que está siguiendo está ciertamente acortando su vida. Por
su confinamiento, su sangre se ha vuelto impura y lenta, el hígado no
funciona cabalmente, el corazón no trabaja apropiadamente. A me-
nos que logre hacer un cambio para su propio beneficio, la naturaleza
hará lo que está siendo forzada a hacer. Intentará lo mejor que pueda
aliviar el sistema expulsando las impurezas de la sangre. Llamará
a la acción a todas las fuerzas vitales, y se desconcertará todo el
organismo, terminando todo, posiblemente, en parálisis o apoplejía.
Si acaso llega a recuperarse de esta crisis, su pérdida de tiempo será
grande; pero la probabilidad de recuperación será mínima. Si no
puede despertarse al hermano C, os aconsejo hermanos, vosotros
que tenéis un interés en la causa de la verdad presente, secuestradlo,
como lo fue Lutero por sus amigos, y llevadlo lejos de su trabajo.
Desde que escribí lo anterior, he venido a saber que la mayor
parte de
Thoughts on the Revelation
(El Apocalipsis, libro de Urías
Smith), fue escrito en la noche, después que el autor había comple-
tado sus tareas del día. Este era el curso de acción que mi esposo
había seguido; protesté contra tal suicidio. Los hermanos que he
mencionado, que están tan estrechamente confinados en la oficina,
le servirían a la causa de Dios asistiendo a reuniones y recreándose
periódicamente. Estarían preservando su salud física y fuerza men-
tal en la más excelente condición para dedicar a la obra. No debe
permitírseles sentirse incapacitados porque no están devengando