Página 544 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Conjeturas sobre Battle Creek
En 1865 vi que algunos se han sentido libres, por sentimientos
envidiosos, de hablar en forma despreciativa de la iglesia de Battle
Creek. Algunos ven con sospecha todo lo que sucede allá y parecen
alegrarse hasta lo sumo, si pueden echar mano de algo para señalar
en detrimento de Battle Creek. A Dios le desagradan ese espíritu
y manera de actuar. ¿De dónde obtienen nuestras iglesias en el
exterior su luz y conocimiento de la verdad? Ha sido de los medios
que Dios ha dispuesto, los cuales están en Battle Creek. ¿Quiénes
llevan el peso de la causa? Son aquellos que trabajan celosamente en
Battle Creek. Preocupaciones y pruebas severas caen necesariamente
sobre aquellos que están al frente de la batalla más encarnizada;
perplejidades y pensamientos agotadores caen sobre quienes se
ocupan de hacer decisiones altamente importantes en relación con
la obra de Dios. Los hermanos en el extranjero que no pasan por
esto, deberían sentirse agradecidos y alabar a Dios por haberlos
favorecido de esa manera, y deberían ser los últimos en sentirse
celosos, envidiosos y criticones, diciendo con su actitud: “Dilo, y
nosotros lo diremos”.
La iglesia de Battle Creek ha llevado el peso de las asociaciones,
las cuales han sido una severa carga sobre casi todo. A consecuencia
del exceso en el trabajo, muchos han acarreado sobre sí mismos de-
bilidad que ha perdurado por muchos meses. Han llevado el peso con
alegría, pero han sido entristecidos y desanimados por la despiadada
indiferencia de algunos y el celo cruel de otros después de regresar
a las varias iglesias a las cuales vinieron. Se hacen comentarios sin
pensar -adrede por algunos y descuidadamente por otros respecto a
los que llevan la responsabilidad allá y respecto a los que dirigen la
obra. Dios ha tomado cuenta de todos estos discursos y el celo y la
envidia que los incitaron; se lleva un registro fiel. Muchos agradecen
a Dios por la verdad, y entonces dan la vuelta y encuentran faltas en
los propios medios que Dios ha dispuesto para hacerlos lo que son o
lo que debieran ser. Cuánto más agradable sería para Dios que ellos
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