Página 543 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La reforma en el vestir
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Algo debe suceder para que el pueblo de Dios se apoye menos
en el mundo. La reforma en el vestir es sencilla y saludable, pero
implica una cruz. Le doy gracias a Dios por la cruz y con gozo me
inclino para levantarla. Hemos estado tan unidos con el mundo que
hemos perdido de vista la cruz y no sufrimos por el amor a Cristo.
No debemos desear inventar algo para fabricar una cruz; pero si
Dios nos presenta una cruz, debemos llevarla con alegría. Al aceptar
la cruz nos distinguimos del mundo que no nos ama y ridiculiza
nuestra peculiaridad. Cristo fue odiado por el mundo porque no
era del mundo. ¿Pueden sus seguidores esperar mejor trato que su
Maestro? Si en nuestra relación con el mundo pasamos sin recibir
censura o reveses podemos alarmarnos, pues es nuestra conformidad
con éste que nos hace tan semejantes a él, que no hay nada que
levante su envidia o malicia; no hay choque de espíritus. El mundo
desprecia la cruz. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz
de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a
mí, y yo al mundo”
Gálatas 6:14
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Véase el Apéndice.