Página 564 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Vi que usted había cedido varias veces a las insinuaciones de
Satanás de abandonar la lucha por vivir la verdad, porque el tentador
le dijo que fracasaría con los mejores esfuerzos que pudiera hacer,
que con todas sus debilidades y fracasos era imposible para usted
llevar una vida de devoción. Se me mostró que su esposa e hija mayor
han sido sus ángeles guardianes, para entristecerse sobre usted,
animándolo a resistir en cierta medida las poderosas insinuaciones
de Satanás; y por medio de su amor por ellas ha sido inducido a tratar
nuevamente de enderezar su tambaleante fe en las promesas de Dios.
Satanás espera vencerle a fin de poder regocijarse sobremanera por
su ruina. Aquellos que están pisoteando la ley de Dios son animados
por usted en su rebelión. Es imposible que sea fuerte hasta que usted
tome una posición decidida por la verdad.
A usted le parece que la benevolencia sistemática no es nece-
saria; pasa por alto el hecho de que ésta tuvo su origen con Dios
cuya sabiduría es infalible. Dios ordenó este plan a fin de ahorrar
confusión, para corregir la codicia, la avaricia, el egoísmo y la idola-
tría. Este sistema fue diseñado para que la carga sea más ligera, pero
con el peso adecuado sobre todos. La salvación del hombre tuvo un
costo muy elevado, la propia vida del Señor de gloria, la cual dio
para elevar al hombre de la degradación y exaltarlo para que llegue
a ser heredero de todo. Así Dios ha indicado que el hombre debe
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ayudar a su prójimo en la gran obra de la redención. El que se excusa
a sí mismo de esto, que no tiene deseos de negarse a sí mismo para
que otros puedan ser participantes con él de los beneficios del cielo,
muestra que es indigno de la vida venidera, indigno de los tesoros ce-
lestiales que costaron tan enorme sacrificio. Dios no desea ofrendas
involuntarias, sacrificios forzados. Aquellos que están totalmente
convertidos y que aprecian la obra de Dios darán alegremente lo po-
co que se requiere de ellos, considerando el dar como un privilegio.
Dijo el ángel: “Absténgase de las concupiscencias de la carne que
batallan contra el alma”. Usted ha tenido tropiezos con la reforma
pro salud. Le parece que es una adición innecesaria a la verdad. No
es cierto; la reforma es un componente de la verdad. Hay una obra
delante de usted, más precisa y difícil que cualquier otra cosa que
usted haya tenido que afrontar. Mientras vacila y se retrae, y no se
aferra de las bendiciones que es su privilegio recibir, sufre pérdidas.
Tropieza justamente con la bendición que el Cielo ha colocado en su