Página 574 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

570
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
impaciente y con imaginación enfermiza verá su caso peor de lo que
realmente es, lo cual tiende a producir debilidad mental.
Por años se me ha mostrado con alguna frecuencia que al enfer-
mo debe enseñársele que es erróneo suspender toda labor física a fin
de recobrar la salud. Al actuar así, la voluntad se adormece, la sangre
circula lentamente a través del sistema y llega a ser progresivamente
más impura. Allí donde el paciente corre el peligro de imaginar su
caso peor de lo que realmente es, la indolencia seguramente pro-
ducirá los resultados más desastrosos. El trabajo bien regulado da
al inválido la idea de que no es totalmente inútil en el mundo, ya
que, por lo menos, sirve de algo. Esto le produce satisfacción, le
da ánimo y le imparte vigor, lo cual la diversión mental vana jamás
logrará.
[484]
La idea de que aquellos que han abusado de sus fuerzas físicas
y mentales o que se han arruinado, ya sea en sus mentes o en el
cuerpo, deben suspender sus actividades a fin de recobrar su salud,
es un error mayúsculo. En muy pocos casos, completo reposo por
un corto período puede ser necesario, pero estos casos son muy
raros. La mayoría de las veces, el cambio sería demasiado grande.
Las personas que se han quebrantado por el intenso trabajo mental
deberían tener reposo de pensamientos abrumadores; pero el ense-
ñarles que es erróneo y aun peligroso ejercitar sus fuerzas mentales,
los conduce a ver su condición como peor de lo que realmente es.
Llegan a estar aún más nerviosos y son una gran molestia y fastidio
para quienes los atienden. En este estado mental su recuperación es
realmente dudosa.
Las personas que se han quebrantado por el trabajo físico deben
disminuir sus esfuerzos, y hacer sólo el tipo de trabajo que les resulte
liviano y agradable. Pero impedirles totalmente que trabajen y se
ejerciten, en muchos casos resultará en su ruina. Tienen la voluntad
vinculada con la obra de sus manos, y los que están acostumbrados
a trabajar sentirían que son solamente máquinas en las manos de
los médicos y asistentes, y su imaginación llegaría a enfermarse.
La inactividad es la mayor maldición que podría venir sobre estas
personas. Sus poderes se debilitan a tal punto que es imposible para
ellos resistir la enfermedad y su languidez, como deben hacerlo para
recobrar la salud.