Página 581 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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El instituto de salud
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Ottawa, donde trabajaba entonces, a la oficina de Battle Creek, di-
ciendo que deseaba que aceleraran la publicación de aquella obrita,
pues era muy necesitada, y tan pronto como fuera posible escribiría
el número 12, en el cual había determinado hablar con libertad y en
forma abarcante respecto al Instituto. Los hermanos de Battle Creek,
que estaban interesados especialmente en el Instituto, sabían que
yo había visto que nuestros miembros deberían contribuir con sus
recursos para establecer una institución de esa naturaleza. Entonces
me escribieron que la influencia de mi testimonio respecto al Insti-
tuto, era de inmediato necesaria a fin de hacer una recomendación a
los hermanos sobre el tema, y que la publicación número 11 sería
demorada hasta que yo pudiera escribirlo.
Esta fue una gran prueba para mí, por cuanto no podía escribir
completamente todo lo que había visto, porque estaba en aquel tiem-
po hablando a la gente seis a ocho veces por semana, visitando de
hogar en hogar, y escribiendo cientos de páginas de testimonios per-
sonales y cartas privadas. Esta cantidad de trabajo que se me impuso,
con sus pruebas y preocupaciones innecesarias, me incapacitó para
cualquier tipo de trabajo. Mi salud se empobreció y mis sufrimientos
mentales fueron indescriptibles.
Bajo estas circunstancias sometí mi juicio al de otros y escribí
lo que salió en el número 11 respecto al Instituto de Salud, siendo
incapaz en aquel momento de impartir todo lo que había visto. Me
equivoqué en esto. Debe permitírseme saber mi propio deber mejor
de lo que otros pueden saberlo, especialmente en asuntos que Dios
me ha revelado. Algunos me culparán por hablar así. Otros me
culparán por no haberlo dicho antes.
La disposición manifestada para apresurar tanto el asunto del
Instituto, y en tan corto tiempo, ha sido una de las pruebas más
difíciles que me haya tocado soportar. Si todos los que han usado mi
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testimonio para motivar a los hermanos hubieran sido igualmente
motivados por él, me sentiría más satisfecha. Si yo demorara más
tiempo para expresar mis puntos de vista y sentimientos, sería culpa-
da mucho más, tanto por los que piensan que debería haber hablado
más pronto como por los que pudieran pensar que no debía haber
dado ninguna advertencia. Por el bien de los dirigentes de la obra,
por el bien de la causa y de los hermanos, y para ahorrarme a mí
misma grandes tribulaciones, he hablado con libertad.