La salud y la religión
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la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no
hablen engaños, apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y
sígala, porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos
atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos
que hacen el mal”. Los que tienen un conocimiento experimental
de este pasaje bíblico son verdaderamente felices. Consideran la
aprobación del cielo como de más valor que cualquier diversión
terrenal; Cristo en ellos, la esperanza de gloria, será salud al cuerpo
y fuerza para el alma.
La sencillez del evangelio está desapareciendo rápidamente de
los profesos observadores del sábado. Me pregunto muchas veces
durante el día, ¿cómo puede prosperarnos Dios? Se está orando muy
poco. De hecho, la oración está casi obsoleta. Pocos están listos
a llevar la cruz de Cristo, quien llevó el vergonzoso madero por
nosotros. Siento que los asuntos no están avanzando en el instituto
como Dios lo habría hecho adelantar. Temo que él quite sus ojos de
éste. Se me mostró que los médicos y ayudantes deberían ser del
orden más elevado, gente que tenga un conocimiento experimental
de la verdad, que merezcan respeto, y se pueda confiar en su palabra.
Deberían ser personas cuya mente no sea enfermiza, gente con
perfecto dominio propio, que no sean vacilantes o variables, libres
de celos y malas conjeturas, gente poseedora de un poder de voluntad
que no ceda a indisposiciones de poca importancia, que no estén
prejuiciados, que no piensen el mal, que piensen y se muevan con
calma y consideración, teniendo la gloria de Dios y el bienestar de
otros siempre delante de ellos. Nunca debe promoverse a alguien a
una posición de responsabilidad meramente porque la desea. Se debe
elegir solamente a aquellos que estén calificados para la posición.
Los que deben llevar responsabilidades deberían ser probados y dar
evidencia de que están libres de celos, que no sienten antipatía por
éste o por aquél, mientras se rodean de unos pocos amigos y no
advierten la presencia de otros. Dios quiera que todo se desarrolle
como debe ser en esa institución.
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