Los obreros de la casa editora
Aquí daré dos testimonios, uno de ellos escrito en marzo de
1867, dirigido a todos los que trabajan en la oficina de la Review and
Herald, el otro dirigido a los jóvenes que laboran allí mismo. Siento
decir que todos aquellos a quienes se les ha advertido, han más o
menos desatendido estos testimonios y ahora tengo que confesar que
siguieron un camino contrario al que señalaban los testimonios. El
primero es el siguiente:
Mientras me encontraba en Róchester, Nueva York, el 25 de
diciembre de 1865, se me mostraron ciertos asuntos relacionados
con los obreros de la Review and Herald, y también respecto a
ministros a quienes Dios ha llamado para ocuparse de la palabra y de
la doctrina. Ninguno de estos obreros debiera ocuparse en negocios o
venta de mercancía. Son llamados a una obra más sagrada y elevada
y sería imposible para ellos hacer justicia a la obra y llevar al mismo
tiempo su negocio. Los obreros de las oficinas de la Review and
Herald no debieran tener otros intereses. Cuando le han dado a la
obra la atención y cuidado que ésta demanda, han hecho todo lo
que son capaces de hacer, y no debiera exigírseles más. Si la mente
y el tiempo se ocupan en negocios que no tienen relación con la
obra de Dios, el trabajo no será hecho cabalmente ni bien. A decir
verdad, los obreros no tienen energía física ni mental para utilizar en
otros asuntos. En grado mayor o menor todos están debilitados. Tal
causa, tan sagrada obra como la que los ocupa, debería utilizar los
poderes de la mente; no deberían ocuparse en forma mecánica, sino
ser santificados para el trabajo y actuar como si la causa fuera parte
de ellos, como si hubieran invertido algo en esta grande y solemne
obra. A menos que con interés se ocupen de este asunto, su esfuerzo
no será del agrado de Dios.
Satanás es muy diestro, está muy ocupado y activo. Su poder
especial se manifiesta sobre los que están ocupados en la obra de
predicar o publicar la verdad presente. Todos los que están asociados
con esta labor deben mantener ceñida la armadura completa, pues
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