Página 626 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

622
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
animados, pero muy desgastados. Mi esposo y yo hemos llevado
la carga de la obra, que ha sido muy laboriosa y estimulante. Sólo
Dios sabe cómo hemos soportado, en nuestra condición debilitada,
toda la investigación, y teniendo los sentimientos de todos dirigidos
contra nosotros, haber afrontado la predicación, las exhortaciones y
las reuniones de noche, mientras que al mismo tiempo preparábamos
esta obra, trabajando mi esposo conmigo, copiando y preparándola
para los impresores, y leyendo pruebas. Pero hemos pasado la prue-
ba, y esperamos en Dios que él nos sustentará en nuestras labores
futuras.
Estamos ahora convencidos de que mucho del contenido de los
sueños anteriores fue dado para ilustrar las pruebas que íbamos a
tener que soportar a raíz de los males que existían en Battle Creek,
de nuestros esfuerzos por ser eximidos de las crueles acusaciones, y
también de nuestras labores, con la bendición de Dios, tendientes
a corregir el estado de cosas existente. Si esta forma de ver los
sueños es correcta, ¿no tenemos derecho a esperar, basados en las
porciones que todavía no se han cumplido, que nuestro futuro sea
más favorable que el pasado?
Al concluir esta narración, quisiera decir que estamos viviendo
en un tiempo por demás solemne. En la última visión que se me
dio, se me mostró el hecho alarmante de que tan sólo una pequeña
porción de los que ahora profesan la verdad se dejarán santificar
por ella y serán salvos. Muchos se apartarán de la sencillez de
la obra. Se conformarán al mundo, se aferrarán a los ídolos y se
transformarán en muertos espirituales. Los humildes y abnegados
seguidores de Jesús seguirán avanzando a la perfección, dejando
atrás a los indiferentes y los amadores del mundo.
Se dirigió mi atención al pasado, al antiguo Israel. Sólo dos de
los adultos que componían el vasto ejército que salió de Egipto
entraron en la tierra de Canaán. Los cuerpos muertos de los demás
[528]
quedaron regados por el desierto, debido a sus transgresiones. El
Israel moderno se encuentra en mayor peligro de olvidar a Dios y
de ser arrastrado a la idolatría, que su pueblo antiguo. Hay muchos
ídolos que se adoran, aun entre los profesos guardadores del sábado.
Dios le encargó a su pueblo en forma especial que se guardara de la
idolatría, porque si eran desviados de su servicio al Dios viviente, su
maldición recaería sobre ellos, mientras que si lo amaban con todo