Página 625 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Conflictos y victoria
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Un buen resultado de la investigación es que la confianza en
los que se han encargado de las cuentas relacionadas con nuestros
asuntos se mantiene incólume, y no tenemos ninguna razón válida
para concluir que lo limitado de nuestros medios se pueda atribuir
a errores en las cuentas. Por lo tanto, al repasar el panorama de
los negocios de mi esposo durante diez años, y teniendo en cuenta
la manera liberal como repartía fondos para ayudar a la causa en
todas sus ramificaciones, la conclusión mejor y más caritativa es que
nuestra propiedad ha sido usada en la causa de la verdad presente. Mi
esposo no ha mantenido cuentas, y lo que ha dado se puede rastrear
sólo en la memoria y por los recibos que le ha dado la
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. El
hecho de que el valor de nuestras posesiones sea tan escaso, y que
esta información haya salido a luz en este tiempo cuando se ha
dicho que mi esposo era rico y que todavía quería tener más, ha
sido motivo de regocijo para nosotros, por cuanto provee la mejor
refutación de las falsas acusaciones que amenazaban minar nuestra
influencia y nuestro carácter cristiano.
Nuestras posesiones pueden desaparecer, y todavía nos goza-
remos en Dios si son usadas para el avance de su causa. Hemos
gastado alegremente nuestros mejores días, lo mejor de nuestra fuer-
za, y casi nos hemos consumido en la misma causa, sintiendo las
dolencias del envejecimiento prematuro, y nos regocijaremos aún.
Pero cuando nuestros hermanos profesos atacan nuestro carácter e
influencia descibiéndonos como personas acomodadas, mundanas
y codiciosas de bienes aún mayores, eso sí que nos afecta profun-
damente. Permítasenos gozar el carácter y la influencia que hemos
ganado a tan elevado costo durante los últimos veinte años, a través
de pobreza y manteniéndonos débilmente asidos de la salud y esta
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vida mortal, y nos sentiremos felices y daremos alegremente a la
causa lo poco que queda de nosotros.
La investigación fue concienzuda y como resultado fuimos li-
brados de los cargos que se nos habían hecho, y se restauraron los
sentimientos de perfecta unidad. Se han hecho confesiones sinceras
y conmovedoras tocante a la cruel conducta que se siguió para con
nosotros, y las señaladas bendiciones de Dios nos han alcanzado a
todos. Hay apóstatas que han sido rescatados, pecadores convertidos,
y 44 han sido sepultados en las aguas del bautismo, 16 por mi espo-
so y 28 a manos de los Hnos. Andrews y Loughborough. Estamos