Página 638 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
riesgo de quedarse esperando sin efectuar ningún cambio, porque el
cumplimiento de la promesa de Dios lo realizan sólo los que creen
y luego obran de acuerdo con su fe. Vi que él debe creer la palabra
de Dios, que sus promesas son para que él las reclame, y que nunca,
no, nunca fallarán. Necesita adelantarse por fe, confiando en las
evidencias que Dios se ha complacido en proporcionar, y trabajar
tanto como le sea posible, hasta llegar a ser un hombre sano. Dijo el
ángel: “Dios lo sostendrá. Su fe debe perfeccionarse por las obras,
porque la fe sola está muerta. Debe ser sustentada por las obras. La
fe viva siempre se manifiesta por las obras”.
Vi que mi esposo se sentiría inclinado a retraerse de hacer es-
fuerzos de acuerdo con su fe. El temor y la ansiedad con respecto a
su propio caso lo han hecho tímido. Mira las apariencias, las sensa-
ciones desagradables de su cuerpo. Dijo el ángel: “Los sentimientos
no son lo mismo que la fe. La fe consiste sencillamente en creer en
lo que Dios dice”. Vi que, en el nombre y la fortaleza de Dios mi
esposo debía resistir la enfermedad y, por el poder de su voluntad,
elevarse por encima de sus sentimientos debilitados. Debe afirmar
su libertad, en el nombre y por la fortaleza del Dios de Israel. Debe
cesar de pensar y hablar de sí mismo tanto como pueda. Debiera
mantenerse contento y feliz.
* * * * *
Vi, el 25 de diciembre de 1865, como lo he visto muchas veces
antes, que el pastor F había errado a menudo, y había causado mucho
daño por su conducta precipitada e incomprensiva para con los que
suponía estar en el error. Yo había visto a menudo que su obra debía
confinarse a los campos nuevos, y que cuando reuniera una compañía
en torno a la verdad presente, debía dejar en manos de otros la obra
de disciplinarla, ya que su trato, bajo la influencia de su espíritu
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impulsivo, su falta de paciencia y de juicio, lo descalificaba para esta
obra.
Presentaré aquí el testimonio que recibí para el Hno. F, escrito el
26 de diciembre de 1865, para revelar lo que vi en su caso, y por la
aplicación general que se puede hacer de buena parte del testimonio;
además, porque no ha demostrado ninguna reacción, declarando sólo
ante otros que en esa visión el Señor había reconvenido a mi esposo