El peligro de la confianza propia
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Usted debiera respetar el criterio de los que tienen experiencia. No
se escude tras su propia dignidad ni se sienta tan autosuficiente que
no pueda aceptar los consejos de sus colaboradores experimentados.
Su esposa no ha sido de gran ayuda para usted; más bien ha sido
un estorbo. Si hubiera recibido y aceptado los testimonios que se
le hicieron llegar hace más de dos años, le sería hoy de gran ayuda
en el evangelio. Pero no ha recibido ni actuado conforme a ese
testimonio. Si hubiera hecho eso, su curso habría sido enteramente
distinto. Ella no se ha consagrado a Dios. Ama su comodidad, evita
las cargas y no se niega a sí misma. Se permite ser indolente, y
su ejemplo no es digno de imitación, sino que le hace daño a la
causa de Dios. A veces ella ejerce una fuerte influencia sobre usted,
especialmente si siente nostalgia por el hogar, o está descontenta.
Además, ejerce influencia sobre usted en los asuntos de la iglesia. Se
forma una opinión acerca de cierto hermano o hermana, y expresa
desagrado o fuerte atracción, cuando el caso es que con frecuencia
los mismos individuos a quienes les ha abierto su corazón, han
sido causa de mucha aflicción para la iglesia. Su estado falto de
consagración la lleva a sentir gran atracción por los que manifiestan
gran confianza y amor por ella, mientras que las almas preciosas que
Dios ama pueden ser pasadas por alto debido a que no se las ha oído
pronunciar fervorosas expresiones de lealtad hacia ella o el Hno.
F. Sin embargo, el amor de esas mismas almas es verdadero y más
digno de aprecio que el de quienes proclaman su aprecio con tanta
elocuencia. La opinión que se forma su esposa tiene gran influencia
sobre la mente de usted. A menudo usted cree a pie juntillas que
ella está en lo cierto, y termina pensando como ella, y actuando en
forma correspondiente en los asuntos de la iglesia.
Debe usted ejemplificar la vida de Cristo, porque sobre usted
descansan solemnes responsabilidades. Su esposa es responsable
ante Dios de su conducta. Si es un estorbo para usted, tendrá que
dar cuenta ante Dios. A veces se despierta y se humilla ante Dios,
y es de mucha utilidad; pero pronto vuelve a caer en el mismo
estado de inactividad, evitando responsabilidades y excusándose del
trabajo mental y físico. Su salud estaría mucho mejor si fuera más
activa, si se ocupara con más alegría y de corazón en labor física
y mental. No le falta la capacidad sino la disposición a actuar; no
quiere perseverar en el cultivo del gusto por la actividad. Necesita