Página 686 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
así lo he hecho. La Hna. Thompson necesita una maestra para sus
hijos, ya que las influencias de afuera son tan perniciosas, y las
escuelas tan violentas que ella no está dispuesta a enviar a sus seres
queridos a asistir a ellas hasta que no sean cristianos, según ella
dice. El hijo mayor, que tiene dieciséis años, es un joven piadoso y
devoto. Han aceptado parcialmente la reforma pro salud, y pienso
que pronto la aceptarán plenamente y les gustará. El padre se ha
suscrito al
Health Reformer
(Reformador de la salud), porque le
mostré algunos ejemplares que yo tenía.
ldquo;Espero y oro porque todavía abrace el santo sábado. La
Hna. Thompson ya cree en él. El esposo se mantiene admirablemente
aferrado a sus propias convicciones, y por supuesto, cree que él está
en lo correcto. Si tan sólo pudiera hacer que leyera los libros que
traje,
History of the Sabbath
(Historia del sábado), y otros; pero
los mira y los llama infieles, y dice que le parece que en su misma
portada llevan el error. Pero si tan sólo leyeran cuidadosamente
cada sentimiento de nuestras enseñanzas, creo que las abrazarían
como verdades bíblicas, y verían su belleza y armonía. No dudo
de que la Hna. T. estaría feliz de hacerse en seguida adventista del
séptimo día, si no fuera porque su esposo se opone tan amargamente
a que suceda algo así. Recibí la impresión en mi mente antes de
venir, que aquí tenía una obra que hacer; pero la verdad se ha hecho
presente en la familia, y si no puedo hacerla avanzar más, parecería
que mi obra aquí estuviera concluída, o casi completa. No quiero
hallarme avergonzada de Cristo en esta malvada generación, y me
gustaría mucho más echar mi suerte con los guardadores del sábado,
el pueblo escogido de Dios.
“Para llegar hasta Greenville necesitaré por lo menos diez dó-
lares. Eso, más lo poco que he ganado, creo que será suficiente.
Pero ahora esperaré que usted me escriba, y haga lo que le parezca
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mejor en cuanto a enviarme el dinero. En la primavera creo que
habré reunido lo suficiente para viajar por mis propios medios, y
creo que me gustaría hacerlo. Que el Señor nos guíe y bendiga en
todo lo que emprendamos, es el ardiente deseo de mi corazón. Y
ojalá yo pueda ocupar en la viña moral del Señor la posición que
él me asigne, cumpliendo prontamente todo deber, no importa cuán
oneroso parezca, según su buena voluntad, es mi sincero deseo y la
oración de mi corazón.