Página 724 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
cha por la sangre purificadora de Cristo, y vencer todos los rasgos
de carácter que no expresen amor ni sean dignos de ser amados.
¿Cuánto tiempo se propone usted dedicar a prepararse para ser
introducido a la sociedad de los ángeles celestiales de gloria? En el
estado en que se encuentran ahora usted y su familia, todo el cielo se
echaría a perder si se les diera entrada allí. Aquí debe hacerse la obra
en favor de ustedes. Este mundo es el lugar de ajuste. Usted no tiene
un momento que perder. En el cielo todo es armonía, paz y amor.
Allí no hay discordia ni conflictos, ni censuras; no hay palabras
ásperas, ni ceños fruncidos, ni sacudidas; y no se dejará entrar a
nadie que posea ninguno de estos elementos tan destructivos para
la paz y la felicidad. Estudien para ser ricos en buenas obras, listos
a repartir, dispuestos a comunicar, colocando para ustedes un buen
fundamento para lo por venir, de modo que se puedan aferrar a la
vida eterna.
Cesen para siempre sus murmuraciones con respecto a esta pobre
vida, pero deje que la carga de su alma sea cómo asegurarnos la vida
mejor que ésta, un título a las mansiones preparadas para los que
sean verdaderos y fieles hasta el fin. Si se equivoca en esto, todo
se perderá. Si dedica el tiempo de su vida a echar mano de tesoros
terrenales, y pierde los celestiales, descubrirá que ha cometido un
terrible error. No puede obtener ambos mundos. “¿Qué aprovecha al
hombre si gana todo el mundo, y pierde su vida? O, ¿qué puede dar
el hombre por su vida?”
Marcos 8:36, 37
. Dice el inspirado Pablo:
“Porque esta leve y momentánea tribulación, produce una eterna
gloria, que supera toda comparación. Así, fijamos nuestros ojos, no
en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Porque lo que se ve es
temporal, pero lo que no se ve es eterno”.
2 Corintios 4:17, 18
.
Las pruebas de esta vida son los obreros de Dios que quitan de
nuestro carácter las impurezas, las debilidades y asperezas, y nos
adaptan para asociarnos con los ángeles puros del cielo en gloria.
Pero a medida que pasamos por estas pruebas, a medida que los
fuegos de la aflicción se encienden en nosotros, no debemos fijar
la vista en el fuego visible, sino en las cosas invisibles, la herencia
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eterna, la vida inmortal, el eterno peso de gloria; y mientras hacemos
esto, el fuego no nos consumirá, sino que sólo quitará la paja, y
saldremos purificados siete veces, llevando el sello de lo Divino.
Greenville, Míchigan, 7 de marzo de 1868
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