Página 87 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Rehusando presentar la reprensión
Por este tiempo fui sometida a una severa prueba. Si el Espíritu
de Dios descendía sobre una persona durante una reunión, y ésta
glorificaba a Dios alabándolo, algunos sostenían que se trataba de
mesmerismo; y si al Señor le placía concederme una visión durante
una reunión, algunos afirmaban que era el efecto de la agitación y
el mesmerismo. Afligida y desanimada, con frecuencia me retiraba
a algún lugar solitario para derramar mi alma delante de Aquel
que invita a los cansados y cargados a encontrar descanso. Cuando
reclamaba las promesas por fe, Jesús me parecía estar muy cercano.
La dulce luz del cielo brillaba a mi alrededor y me parecía estar
rodeada por los brazos de mi Salvador, y se me concedía una visión.
Pero cuando relataba lo que Dios me había revelado a mí sola, donde
ninguna influencia terrenal podía afectarme, me sentía afligida y
asombrada al escuchar que algunos sugerían que los que vivían más
cerca de Dios estaban más expuestos a ser engañados por Satanás.
De acuerdo con esta enseñanza, nuestra única seguridad contra el
engaño consistía en permanecer distantes de Dios, en una condición
de pecado. Oh, pensé yo, ¿hemos llegado al punto de que los que
honradamente van solos en busca de Dios para rogar por el cumpli-
miento de sus promesas, y para reclamar su salvación, tengan que
ser acusados de encontrarse bajo la influencia contaminadora del
mesmerismo? ¿Le pedimos pan a nuestro bondadoso Padre celestial,
solamente para recibir una piedra o un escorpión? Estas cosas me
herían el espíritu y me afligían el alma con profunda angustia que
casi bordeaba en la desesperación. Muchas personas querían que yo
creyera que no existía el Espíritu Santo y que todas las manifestacio-
nes experimentadas por los santos hombres de Dios eran únicamente
el efecto del mesmerismo o del engaño de Satanás.
Algunos habían torcido mucho ciertos textos de la Escritura, al
punto de abstenerse completamente de todo trabajo, y de rechazar a
todos los que no recibían sus ideas acerca de esto y de otros puntos
relativos al deber religioso. Dios me reveló estos errores en visión
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