Página 127 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Los negocios y la religió
Los que están empleados en nuestras diversas instituciones—
casa editoras, escuelas, sanatorios,—deben tener una relación viva
con Dios. Es especialmente importante que aquellos que administran
estos ramos de la obra sean hombres que den al reino de Dios y su
justicia la primera consideración. No son dignos de su posición de
confianza, a menos que consulten a Dios y lleven fruto para su gloria.
Deben conducirse de tal modo que honren a su Creador, se enno-
blezcan ellos mismos y beneficien a sus semejantes. Todos tienen
rasgos naturales que deben ser cultivados o reprimidos, puesto que
facilitarán o estorbarán el crecimiento en la gracia y la profundidad
de la experiencia religiosa.
Los que se dedican a la obra de Dios no pueden servir a esta
causa aceptablemente, a menos que usen lo mejor que puedan los
privilegios religiosos que disfrutan. Son como árboles plantados en
el huerto del Señor; y él viene a nosotros buscando el fruto que tiene
derecho a esperar. Su ojo ve a cada uno de nosotros; lee nuestro
corazón y comprende nuestra vida. Esta es una inspección solemne,
porque se refiere al deber y al destino; y con qué interés se cumple.
Pregúntese cada uno de aquellos a quienes han sido confiados
cometidos sagrados: “¿Qué ve en mí el ojo escrutador de Dios?
¿Está mi corazón limpio de contaminación, o han llegado a estar tan
profanados los atrios de su templo, tan ocupados por compradores
y vendedores, que Cristo no halla cabida?” El apresuramiento de
los negocios, si es continuo, apagará la espiritualidad, y desterrará a
Cristo del alma. Aunque profesen la verdad, si los hombres pasan
día tras día sin relación viva con Dios, serán inducidos a hacer cosas
extrañas; tomarán decisiones que no concordarán con la voluntad de
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Dios. No hay seguridad para nuestros hermanos dirigentes mientras
avancen según sus propios impulsos. No estarán unidos con Cristo,
y no obrarán en armonía con él. No podrán ver ni comprender las
Testimonios para la Iglesia 5:422-429 (1885)
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