Página 147 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La crisis venidera
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que se le imponga. Deben agitarse los espíritus. Toda controversia,
todo oprobio y toda calumnia serán para Dios el medio de provocar
investigación y despertar las mentes que de otra manera dormitarían.
Así fué en la historia pasada del pueblo de Dios. Por negarse a
adorar la imagen de oro que Nabucodonosor había levantado, los tres
hebreos fueron arrojados al horno ardiente. Pero Dios protegió a sus
siervos en medio de las llamas, y la tentativa de imponer la idolatría
resultó en que el conocimiento del verdadero Dios fué presentado a
la congregación de príncipes y nobles del vasto reino de Babilonia.
Así sucedió también cuando se promulgó el decreto que prohibía
que se hiciese oración a cualquier dios menos al rey. Como Daniel,
según su costumbre, suplicaba tres veces por día al Dios del cielo,
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la atención de los príncipes y gobernantes fué atraída a su caso.
Tuvo oportunidad de hablar en su defensa, de demostrar quién es el
verdadero Dios y presentar la razón por la cual él solo debe recibir
la adoración y nosotros debemos rendirle alabanza y homenaje. Y al
ser liberado Daniel del foso de los leones, se tuvo otra evidencia de
que el Ser a quien adoraba era el Dios verdadero y vivo.
Así también el encarcelamiento de Pablo llevó el Evangelio ante
reyes, príncipes y gobernantes que de otra manera no habrían tenido
esa luz. Los esfuerzos hechos para retardar el progreso de la verdad
servirán para impulsarlo y ensancharlo. Desde cualquier punto que
se considere la verdad, su excelencia se destacará con claridad cada
vez más intensa. El error requiere disfraz y ocultamiento. Se viste
de manto angelical y toda manifestación de su verdadero carácter
disminuye sus probabilidades de éxito.
Las personas a quienes Dios ha hecho depositarias de su ley no
han de permitir que se oculte su luz. La verdad debe ser proclamada
en los lugares obscuros de la tierra. Hay que hacer frente a los
obstáculos y superarlos. Debe hacerse una gran obra, y esta obra
ha sido confiada a los que conocen la verdad. Deben interceder
poderosamente con Dios para obtener ayuda ahora. El amor de
Cristo debe difundirse en su propio corazón. El Espíritu de Cristo
debe ser derramado sobre ellos, y deben prepararse para subsistir
en el juicio. Mientras se estén consagrando ellos mismos a Dios,
un poder convincente acompañará sus esfuerzos para presentar la
verdad a otros, y su luz hallará acceso a muchos corazones.