Página 153 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La iglesia es la luz del mundo
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extraño que la iglesia sea débil y deficiente, que Dios pueda hacer
tan sólo poco en favor de aquellos que profesan ser su pueblo? Se
está colocando donde le es imposible trabajar con ellos y para ellos.
¿Osaréis continuar así, despreciando sus requerimientos? ¿Seguiréis
jugando con los más sagrados cometidos del cielo? ¿Diréis como
Caín: “Soy yo guarda de mi hermano”?
Génesis 4:9
.
Recordad que vuestra responsabilidad no se mide por vuestros
actuales recursos y capacidades, sino por las facultades original-
mente concedidas y las posibilidades de mejorarlas. La pregunta
que cada uno debe hacerse no se refiere a si él es ahora inexperto e
inepto para trabajar en la causa de Dios, sino cómo y por qué se halla
en esa condición, y cómo puede ser remediada. Dios no nos dotará
en forma sobrenatural de las cualidades de que carecemos; pero
mientras ejercemos la habilidad que tenemos, él obrará con nosotros
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para aumentar y fortalecer toda facultad; nuestras energías dormi-
das serán despertadas, y las facultades que han estado paralizadas
durante mucho tiempo recibirán nueva vida.
Mientras estamos en el mundo, debemos tratar con las cosas del
mundo. Siempre será necesaria la transacción de negocios tempora-
les de carácter secular; pero éstos no deben llegar a absorberlo todo.
El apóstol Pablo formuló una regla segura: “En el cuidado no perezo-
sos; ardientes en espíritu; sirviendo al Señor.”
Romanos 12:11
. Los
deberes humildes y comunes de la vida han de cumplirse todos con
fidelidad; “con buena voluntad,” dice el apóstol, “como al Señor.”
Efesios 6:7
. Cualquiera sea nuestro ramo de trabajo, en la casa, en el
campo, o en las actividades intelectuales, podemos cumplirlo para
gloria de Dios, mientras damos a Cristo el primero, el último y mejor
lugar en todo. Pero, además de esos empleos mundanales, ha sido
dado a cada discípulo de Cristo un trabajo especial para edificar su
reino, un trabajo que requiere esfuerzo personal para la salvación de
los hombres. No es una obra que haya de ser cumplida una vez por
semana simplemente, en el local de culto, sino en todo tiempo y en
todos los lugares.
El voto de servir al maestro
Cada uno de los que se vinculan con la iglesia hace por ese hecho
un voto solemne de trabajar para el bien de la iglesia, y de juzgar este