La apariencia del mal
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Pero muchos necesitan aprender frecuentes lecciones de la vida
de Cristo, que es el autor y consumador de nuestra fe. “Reducid
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pues a vuestro pensamiento a aquel que sufrió tal contradicción
de pecadores contra sí mismo, porque no os fatiguéis en vuestros
ánimos desmayando. Que aun no habéis resistido hasta la sangre,
combatiendo contra el pecado.”
Hebreos 12:3, 4
. Debemos crecer en
la gracia cristiana. Manifestando mansedumbre bajo la provocación
y apartándoos de la bajeza terrenal, dais evidencia de que el Salvador
mora en vosotros, y cada uno de vuestros pensamientos, palabras y
actos atraerá a los hombres a Jesús más bien que a vosotros mismos.
Hay mucho trabajo que hacer, y poco tiempo en que hacerlo. Sea,
pues, la obra de vuestra vida inspirar en todos el pensamiento de que
tienen que trabajar para Cristo. Dondequiera que haya deberes que
cumplir que otros no entienden porque no desean ver la obra de su
vida, aceptadlos y hacedlos.
Hombres de reputación intachable
La norma de la moralidad no es bastante elevada entre el pueblo
de Dios. Muchos de los que profesan guardar los mandamientos
y abogar por su defensa, los están violando. Las tentaciones se
presentan de tal manera que los tentados piensan ver una excusa para
transgredir. Los que entran en el campo misionero deben ser hombres
y mujeres que anden y hablen con Dios. Los que se destacan como
ministros en el sagrado púlpito, deben ser hombres de reputación
intachable; su vida debe ser sin mancha y estar por encima de todo lo
que sepa a impureza. No hagáis correr riesgos a vuestra reputación
yendo en el camino de la tentación.
Si una mujer os retiene la mano, retiradla prestamente, y salvadla
a ella del pecado. Si os manifiesta un afecto indebido y se lamenta de
que su esposo no la ama ni simpatiza con ella, no tratéis de suplir esa
falta. Vuestra única conducta segura y prudente en tal caso consiste
en guardar vuestra simpatía para vosotros mismos. Los tales casos
son numerosos.
Señalad a las almas el que lleva las cargas, el verdadero y seguro
consejero. Si ella eligió a Cristo como compañero, él le dará su
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gracia para soportar la negligencia sin quejarse; mientras tanto debe
tratar de hacer cuanto pueda para atraer a su esposo a sí misma, por la