Una distinción injustificada
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todo lo que se presente en el desarrollo de la verdad; criticarán la
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obra y la actitud de los demás; censurarán todo ramo de la obra en
el cual no tengan parte ellos mismos. Se alimentarán de los errores,
equivocaciones y faltas ajenas, “hasta que—dijo el ángel,—el Señor
Jesús termine su obra de mediación en el santuario celestial, y se
vista de las vestiduras de venganza y los sorprenda en su festín
profano; y se encontrarán sin preparación para la cena de bodas del
Cordero.” Su gusto se ha pervertido de tal manera que se sentirían
inclinados a criticar aun la mesa del Señor en su reino.
¿Reveló alguna vez el Señor a estas víctimas del engaño propio
que ninguna reprensión ni corrección de él ha de tener peso para
ellos a menos que la haya dado directamente en visión? Me espacio
en este punto, porque la actitud que muchos están asumiendo ahora
es un engaño de Satanás para arruinar las almas. Cuando las ha
entrampado y debilitado por sus sofismas de tal manera que al ser re-
prendidas persistan en anular la obra del Espíritu de Dios, su triunfo
sobre ellas será completo. Algunos, que profesan ser justos, llegarán,
como Judas, a entregar a su Señor en las manos de sus más acerbos
enemigos. Estos seres llenos de confianza en sí mismos y resueltos
a poner en práctica su propia voluntad y sus propias ideas, irán de
mal en peor, hasta que lleguen a seguir cualquier conducta más bien
que renunciar a su voluntad. Avanzarán ciegamente en el camino
del mal; pero como los fariseos seducidos, estarán tan engañados
que pensarán prestar servicio a Dios. Cristo describió la conducta
que seguirá cierta clase de personas cuando tenga oportunidad de
desarrollar su verdadero carácter: “Mas seréis entregados aun de
vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a
algunos de vosotros.”
Lucas 21:16
.
Dios me ha dado una notable y solemne experiencia en relación
con su obra; podéis tener la seguridad de que mientras tenga vida, no
cesaré de elevar una voz de amonestación según sea impresionada
por el Espíritu de Dios, quieran o no los hombres oírla o tolerarla. No
tengo sabiduría especial en mí misma; soy tan sólo un instrumento
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en las manos del Señor para hacer la obra que él me ha asignado. Las
instrucciones que he dado por pluma o voz han sido una expresión
de la luz que Dios me ha dado. He presentado los principios que el
Espíritu de Dios ha estado grabando durante años en mi mente y
escribiendo en mi corazón.