Página 317 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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El verbo hecho carn
La unión de la naturaleza divina con la humana es una de las
verdades más preciosas y más misteriosas del plan de redención. De
ella habla el apóstol Pablo cuando dice: “Sin contradicción, grande
es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne.”
1
Timoteo 3:16
.
Esta verdad ha sido para muchos una causa de duda e incredu-
lidad. Cuando Cristo vino al mundo como Hijo de Dios e Hijo del
hombre no fué comprendido por la gente de su tiempo. Cristo se
rebajó hasta revestirse de la naturaleza humana, a fin de alcanzar a
la especie caída y elevarla. Pero la mente de los hombres había sido
obscurecida por el pecado, sus facultades estaban embotadas y sus
percepciones enturbiadas, de manera que no podían discernir su ca-
rácter divino debajo del manto de la humanidad. Esta falta de aprecio
de parte de los hombres obstaculizó la obra que él deseaba realizar
por ellos; y a fin de dar fuerza a su enseñanza se vió con frecuencia
en la necesidad de definir y defender su posición. Refiriéndose a
su carácter misterioso y divino, trató de encauzar su mente hacia
pensamientos que fuesen favorables al poder transformador de la
verdad.
Además, empleó las cosas de la naturaleza con las cuales estaban
familiarizados, para ilustrar las verdades divinas. El terreno del
corazón quedó así preparado para recibir la buena semilla. Hizo
sentir a sus oyentes que sus intereses se identificaban con los suyos,
que su corazón simpatizaba con ellos en sus goces y aflicciones.
Al mismo tiempo vieron en él la manifestación de un poder y una
excelencia que superaban en mucho a los que poseían los rabinos
más alabados. Las enseñanzas de Cristo se caracterizaban por una
sencillez, una dignidad y un poder hasta entonces desconocidos
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para ellos, y exclamaron involuntariamente: “Nunca ha hablado
hombre así como este hombre.”
Juan 7:46
. El pueblo le escuchaba
gustosamente; pero los sacerdotes y príncipes—quienes eran infieles
Testimonios para la Iglesia 5:746-749 (1889)
.
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