Página 33 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Obreros para Dios
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alegría. A veces podrán la obscuridad y el abatimiento penetrar en
el corazón de los que se sacrifican a sí mismos; pero esto no los con-
dena. Tal vez quiera Dios inducirlos a buscarle más fervorosamente.
Se necesitan hombres como Caleb
Lo que necesitamos ahora son hombres como Caleb, hombres
que sean fieles y veraces. La indolencia distingue demasiadas vidas
actualmente. Esas personas apartan su hombro de la rueda cuando
debieran perseverar y poner todas sus facultades en ejercicio activo.
Ministro de Cristo: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de
los muertos, y te alumbrará Cristo.”
Efesios 5:14
. Vuestras labores
tienen tanto sabor del yo que Cristo queda olvidado. Algunos de
vosotros sois demasiado mimados y adulados. Como en los días de
Noé, hay demasiada tendencia a comer y beber, plantar y edificar. El
mundo ha robado las energías de los siervos de Cristo. Hermanos, si
queréis que vuestra religión sea honrada por los incrédulos, honradla
vosotros mismos mediante obras correspondientes. Por una estrecha
relación con Dios y una estricta adhesión a la verdad bíblica frente a
las dificultades y la presión del mundo, podéis infundir el espíritu
de la verdad en el corazón de vuestros hijos de manera que obren
eficazmente con vosotros como instrumentos en las manos de Dios
para el bien.
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Muchos están incapacitados para trabajar tanto mental como
físicamente porque comen con exceso y satisfacen las pasiones con-
cupiscentes. Las propensiones animales son fortalecidas, mientras
que la naturaleza moral y espiritual queda debilitada. Cuando es-
temos en derredor del gran trono blanco, ¿qué informe presentará
la vida de muchos? Entonces verán lo que podrían haber hecho si
no hubiesen degradado las facultades que Dios les dió. Entonces
comprenderán a qué altura de grandeza intelectual podrían haber
alcanzado, si hubiesen dado a Dios toda la fuerza física y mental
que les había confiado. En la agonía de su remordimiento, anhelarán
poder volver a vivir de nuevo su vida.
Invito a aquellos que profesan ser portaantorchas—dechados
del rebaño—a apartarse de toda iniquidad. Emplead bien el poco
tiempo que os queda. ¿Tenéis esa firme confianza en Dios, esa
consagración a su servicio, que hará que vuestra religión no falte