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Joyas de los Testimonios 2
Palabra, y en toda institución establecida por el pueblo de Dios. Dios
desea que todos éstos sean símbolos de lo que puede ser hecho para
el mundo. Han de ser ejemplos del poder salvador de las verdades
del Evangelio. Son agentes en el cumplimiento del gran propósito
de Dios para la especie humana.
Los hijos de Dios han de ser canales para la manifestación de
la más alta influencia del universo. En la visión de Zacarías, se nos
presentan las dos olivas que están delante de Dios, de las cuales
fluye el aceite áureo por tubos de oro al vaso del santuario. De este
recipiente son alimentadas las lámparas del santuario, a fin de que
puedan dar una luz brillante, continua y resplandeciente. Así también
de los ungidos que están en la presencia de Dios se imparte a su
pueblo la plenitud de la luz divina, del amor y del poder, para que
puedan comunicar a otros luz, gozo y refrigerio. Han de llegar a ser
como conductos por medio de los cuales los instrumentos divinos
comuniquen al mundo la ola del amor de Dios.
El propósito que Dios trata de lograr por medio de su pueblo
hoy es el mismo que deseaba realizar por Israel cuando lo sacó de
Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el
amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una
representación de su carácter. Y cuando la ley de Dios quede así
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manifestada en la vida, aun el mundo reconocerá la superioridad de
los que aman, temen y sirven a Dios sobre todos los demás habitantes
de la tierra.
Los ojos del Señor se fijan en cada uno de sus hijos; tiene planes
acerca de cada uno de ellos. Es propósito suyo que aquellos que
practican sus santos preceptos sean un pueblo distinguido. Al pueblo
de Dios de la actualidad tanto como al antiguo Israel pertenecen las
palabras que Moisés escribió por inspiración del Espíritu: “Porque
tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido
para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están
sobre la haz de la tierra.” “Mirad, yo os he enseñado estatutos y
derechos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en
medio de la tierra en la cual entráis para poseerla. Guardadlos, pues,
y ponedlos por obra: porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inte-
ligencia en ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos,
y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es ésta.
Porque ¿qué gente grande hay que tenga los dioses cercanos a sí,