Página 376 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
pluma debe impartirse el conocimiento que será alimento a tiempo,
no sólo para los jóvenes, sino también para los de edad adulta. ...
La importante y grandiosa obra de preparar un pueblo que posea
el carácter de Cristo y que pueda estar de pie en el día del Señor, ha
de llevarse a efecto. Mientras navegamos en la corriente del mundo,
no tenemos necesidad de vela ni de remo. Es al tornarnos decidi-
damente contra la corriente cuando empieza en realidad nuestro
trabajo. Satanás introducirá toda clase de teorías para pervertir la
verdad. La obra avanzará con dificultad; pues, desde la caída de
Adán el mundo ha tenido por costumbre pecar. ...
Por lo tanto, no se pierda más tiempo en explayarse en las muchas
cosas que no son esenciales y que no mantienen relación alguna
con las necesidades presentes del pueblo de Dios. No se pierda
más tiempo en enaltecer a los hombres que no conocen la verdad,
“porque el tiempo está cerca.”
Apocalipsis 1:3
. No hay ahora tiempo
para llenar la mente con teorías de lo que vulgarmente se llama
“educación superior.” El tiempo consagrado a aquello que no tiende
a amoldar el alma a la semejanza de Cristo, es tiempo perdido para
la eternidad. No podemos permitir esto, por cuanto cada momento
rebosa de intereses eternos. ¿Hemos de permitir ahora, cuando la
gran obra de juzgar a los vivos está por empezar, que ambiciones no
santificadas se posesionen del corazón y nos induzcan a descuidar
la educación requerida para hacer frente a las exigencias de este
tiempo de peligro? ...
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Sabemos que existen escuelas que dan oportunidades para ins-
truirse en las ciencias; pero queremos algo más que esto. La ciencia
de la verdadera educación es la verdad, la cual ha de quedar grabada
tan profundamente en el alma que no pueda ser borrada por el error
que abunda por doquiera. El mensaje del tercer ángel es verdad,
luz y poder, y el presentarlo de manera que produzca las debidas
impresiones en el corazón debe ser obra de nuestras escuelas tanto
como de nuestras iglesias, del maestro como del ministro. Los que
aceptan puestos de educadores deben estimar cada vez más la vo-
luntad revelada de Dios y presentada tan clara y notablemente en
Daniel y el Apocalipsis.