Página 379 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La necesidad de una reforma educacional
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pueblo, iluminar la obscuridad de todo continente y extenderse a las
islas del mar. No se ha de permitir que cosa alguna de invención
humana retarde esta obra. Para que esto pueda llevarse a efecto
hacen falta talentos cultivados y consagrados; hacen falta personas
que puedan hacer excelente trabajo, con la mansedumbre de Cristo
porque esconden su yo en él. Los novicios no pueden hacer acep-
tablemente la obra de revelar el tesoro oculto para enriquecer a las
almas en las cosas espirituales. “Considera lo que digo; y el Señor
te dé entendimiento en todo.” “Procura con diligencia presentarte a
Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que
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traza bien la palabra de verdad.”
2 Timoteo 2:7, 15
. Este encargo he-
cho a Timoteo debe constituir una fuerza educadora en toda familia
y escuela.
Se requieren serios esfuerzos de parte de todos los que estén
vinculados con nuestras instituciones, no solamente las escuelas,
sino también los sanatorios y las casas editoriales, para hacer idóneos
a hombres, mujeres y jóvenes para ser colaboradores de Dios. Se
ha de enseñar a los estudiantes a trabajar con inteligencia como
trabajó Cristo; a revelar un carácter cristiano noble y elevado a
aquellos con quienes se asocien. Los encargados de preparar a los
jóvenes vinculados con cualquier fase de nuestra obra, debieran ser
hombres que tengan un claro concepto del valor de las almas. A
menos que beban en abundancia del Espíritu Santo, el observador
maligno creará circunstancias molestas. El educador debe ser sabio
para discernir que mientras la fidelidad y la bondad ganarán almas,
la aspereza nunca lo logrará. Las palabras y acciones arbitrarias
incitan las peores pasiones del corazón humano. Si los hombres y
mujeres que profesan ser cristianos no han aprendido a dominar
su temperamento malo e infantil, ¿cómo podrán esperar que se los
honre y respete?
¡Cuánto cuidado debiera tenerse entonces para elegir a instruc-
tores apropiados a fin de que no solamente sean fieles en su trabajo
sino que manifiesten también el debido temperamento! Si no son
dignos de confianza, deberá exonerárselos. Dios tendrá a toda insti-
tución por responsable de cualquier descuido en ver que se estimule
la bondad y el amor. Nunca debiera olvidarse que Cristo mismo
tiene la dirección de nuestras instituciones.