376
Joyas de los Testimonios 2
Debe designarse a los predicadores más talentosos para que
enseñen la Biblia en nuestras escuelas. Los escogidos para este
trabajo tienen que ser estudiantes cabales de la Biblia, que posean
una profunda experiencia cristiana, y su salario debe pagarse del
diezmo. Es designio de Dios que todas nuestras instituciones lleguen
a ser medios para educar y desarrollar obreros de quienes él no
[416]
se avergüence, obreros que puedan ser enviados como misioneros
idóneos que trabajen para el Maestro; pero este fin no se ha tenido
en vista. En muchos respectos nos hallamos muy rezagados en esta
obra, y el Señor exige que se manifieste en ella un celo infinitamente
mayor que el que hasta aquí se ha manifestado. Nos ha llamado a
salir del mundo para que seamos testigos de su verdad; y en todas
nuestras filas hombres y mujeres jóvenes debieran prepararse para
ocupar puestos de utilidad e influencia.
Hay una urgente demanda de obreros en el campo misionero.
Hacen falta hombres jóvenes para esta obra; Dios los solicita. Su
educación es de primordial importancia en nuestros colegios y en
ningún caso debiera ello ignorarse o considerarse como cosa secun-
daria. Es de todo punto una equivocación que los maestros, por el
hecho de aconsejar otras ocupaciones, desanimen a los jóvenes que
pudieran prepararse para realizar una obra aceptable en el ministe-
rio. Los que presentan obstáculos para impedir a los jóvenes que
se preparen para este trabajo están contrarrestando los planes de
Dios y tendrán que dar cuenta de su proceder. Hay entre nosotros un
elevado promedio de hombres capaces. Si sus aptitudes se pusiesen
en uso, tendríamos veinte ministros donde ahora tenemos uno.
Los jóvenes que se proponen entrar en el ministerio no debieran
dedicar un número de años solamente a instruirse. Los maestros
debieran ser capaces de comprender la situación y adaptar su ense-
ñanza a los anhelos de esta clase, a la cual se le debería conceder
ventajas especiales para que haga un estudio breve y compendioso
de las fases más necesarias para su obra. Pero no se ha seguido este
plan. No se ha prestado suficiente atención a la educación de los
jóvenes para el ministerio. No tenemos muchos años para trabajar, y
los maestros debieran estar henchidos del Espíritu de Dios y trabajar
en armonía con su voluntad revelada, en lugar de ejecutar sus propios
planes. Estamos perdiendo mucho cada año debido a que no damos
oídos al consejo del Señor en este respecto.
[417]