La necesidad de una reforma educacional
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En nuestras escuelas, los enfermeros misioneros debieran recibir
lecciones de labios de médicos perfectamente idóneos y aprender,
como parte de su educación, la manera de luchar con la enfermedad
y mostrar el valor de los remedios naturales. Este trabajo es muy
necesario. Ciudades y pueblos están sumidos en el pecado y la
corrupción moral, aunque hay hombres como Lot en cada Sodoma.
El veneno del pecado está obrando en el corazón de la sociedad,
y Dios pide reformadores que se levanten en defensa de las leyes
que él ha establecido para gobernar el organismo físico. Al mismo
tiempo deben mantener una alta norma en la disciplina de la mente
y la cultura del corazón, para que el Gran Médico coopere con la
auxiliadora mano humana en llevar a cabo una obra de misericordia
necesaria en el alivio del sufrimiento.
Es también designio del Señor que nuestras escuelas den a los
jóvenes una preparación que los capacite para enseñar en cualquier
división de la escuela sabática o para asumir cualquier cargo en ella.
Veríamos un estado de cosas diferente si un número de personas
jóvenes consagradas se dedicara a la obra de la escuela sabática,
tomándose la molestia de educarse y luego instruir a otros en cuanto
a los mejores métodos que pudieran emplearse para guiar almas a
Cristo. Esta es una fase de trabajo que da resultados.
Maestros misioneros
Deben educarse maestros para la obra misionera. Por doquiera
existen oportunidades para el misionero, y no será posible proporcio-
nar obreros procedentes de dos o tres países para responder a todos
los pedidos de ayuda. Aparte de la educación de aquellos que han de
ser enviados como misioneros desde nuestras asociaciones más anti-
guas, deben educarse personas de diferentes partes del mundo para
trabajar por sus compatriotas y vecinos, y hasta donde sea posible,
es mejor y más seguro para ellos obtener su educación en el campo
donde tienen que trabajar. Rara vez resulta mejor para el obrero o
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para el progreso de la obra que vaya a tierras lejanas para educarse.
El Señor quiere que se haga toda provisión posible para suplir dichas
necesidades, y si las iglesias reconocen sus responsabilidades sabrán
cómo proceder en cualquier emergencia.