Página 393 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Palabras de un maestro divino
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ningún argumento en su favor. El largo uso no recomienda necesa-
riamente a dichos libros como seguros o esenciales. Han llevado a
millares adonde Satanás llevó a Adán y Eva, esto es, al árbol del
conocimiento cuyo fruto Dios nos ha prohibido comer. Han inducido
a los alumnos a dejar el estudio de las Escrituras por una clase de
estudios que no es esencial. A fin de que los alumnos educados de
esa manera lleguen alguna vez a ser idóneos para trabajar por las
almas, tendrán que desaprender mucho de lo que han aprendido. En-
contrarán, empero, que desaprender es un trabajo difícil, por cuanto
ideas censurables han echado raíces en sus mentes como la maleza
en un jardín, y como resultado, algunos jamás podrán discernir entre
lo correcto y lo erróneo. El bien y el mal se han mezclado en su
educación. Se han ensalzado, para que las contemplasen, las caras de
los hombres y las teorías humanas; de manera que cuando intentan
enseñar a otros, la poca verdad que pueden repetir está entreteji-
da con opiniones, dichos y hechos de los hombres. Las palabras
de hombres que demuestran no tener un conocimiento práctico de
Cristo no debieran encontrar sitio en nuestras escuelas, pues sólo
constituirán obstáculos para la debida educación de la juventud.
“Tenéis la Palabra del Dios vivo y con sólo pedirlo podéis recibir
el don del Espíritu Santo para hacer de dicha Palabra un poder para
los que creen y obedecen. La obra del Espíritu Santo es guiar a toda
verdad. Cuando dependéis de la Palabra del Dios vivo con el corazón,
la mente y el alma, el conducto de comunicación queda expedito.
El estudio profundo y ferviente de la Palabra bajo la dirección del
Espíritu Santo os suministrará maná fresco, y el mismo Espíritu
hará eficaz su empleo. El esfuerzo de los jóvenes para disciplinar la
mente para altas y santas aspiraciones será recompensado. Los que
hacen esfuerzos perseverantes en esta dirección, aplicando la mente
a la tarea de comprender la Palabra de Dios, están preparados para
ser obreros juntamente con Dios.
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“El mundo reconoce como maestros a algunos a quienes Dios
no puede aprobar como instructores seguros. Dejan de lado la Biblia
y en cambio recomiendan las producciones de autores ateos como
si ellas contuviesen aquel sentir que debiera entrelazarse con el
carácter. ¿Qué podéis esperar de una siembra tal? En el estudio de
estos libros censurables, tanto la mente de los maestros como la de
los alumnos se corrompe, y el enemigo siembra su cizaña. No puede