Página 461 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La necesidad de la iglesia
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generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restau-
rador de calzadas para habitar.”
Vers. 12
. El monumento recordativo
de Dios, el sábado o séptimo día, recuerdo de la obra que hizo al
crear el mundo, ha sido desplazado por el hombre de pecado. El
pueblo de Dios tiene una obra especial que hacer para reparar la
brecha que ha sido abierta en su ley; y cuanto más nos acercamos
al fin, más urgente se vuelve esta obra. Todos los que amen a Dios
demostrarán que llevan su sello observando sus mandamientos. Son
los restauradores de la senda en que se ha de andar. El Señor dice:
“Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo,
y al sábado llamares delicias, ... entonces te deleitarás en Jehová; y
yo te haré subir sobre las alturas de la tierra.”
Vers. 13, 14
. De este
modo, la verdadera obra misionera médica está inseparablemente
vinculada con la observancia de los mandamientos de Dios, entre los
cuales se menciona especialmente el sábado, puesto que es el gran
monumento recordativo de la obra creadora de Dios. Su observancia
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se vincula con la obra de restaurar la imagen moral de Dios en el
hombre. Este es el ministerio que el pueblo de Dios debe realizar en
este tiempo. Este ministerio, debidamente cumplido, impartirá ricas
bendiciones a la iglesia.
Como creyentes en Cristo necesitamos mayor fe. Necesitamos
ser más fervientes en la oración. Muchos se preguntan por qué sus
oraciones son tan inertes, su fe tan débil y vacilante, su experiencia
cristiana tan sombría e incierta. “¿Qué aprovecha—dicen ellos—que
guardemos su ley, y que andemos tristes delante de Jehová de los
ejércitos?” En el capítulo 58 de Isaías, Cristo demostró cómo puede
cambiarse este estado de cosas. Dice: “¿No es antes el ayuno que
yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, deshacer los haces de
opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo
yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres
errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y
no te escondas de tu carne?”
Vers. 6, 7
. Tal es la receta que Cristo
prescribió para el alma que desmaya, duda y tiembla. Levántense
los pesarosos, los que andan tristes delante del Señor, y socorran a
alguien que necesite auxilio.